Caminaba por el jirón Pízarro, tal vez el más céntrico de la ciudad de Trujillo, cuando llamó mi atención una señora, sentada en un descanso en el ingreso a una gran tienda, que de una canasta de mimbre sacaba cucharadas de unos pequeños frejoles que colocaba en bolsitas de plástico y vendía como si se tratara de habas, pasas o maní.
Son las famosas zarandajas que después encontré en las mesas de los restaurantes como se acostumbra colocar canchita y acompaña algunos platos como el ceviche.
Las zarandajas son pequeños frejoles que deben ser puestos en remojo desde la noche anterior y luego cocidos durante mucho tiempo para que liberen sustancias que pueden ser potencialmente tóxicas. Suele estar acompañada de pequeños trozos, casi imperceptibles de culantro picado.
En Centroamérica les dicen zarandaja o zarandajo a la persona irresponsable que tiene muchos vicios y defectos, mientras que el diccionario de la real academia de la lengua dice que se trata de cosas de poca importancia o valor..
Y así como en el norte peruano la zarandaja es un alimento presente en todas las mesas, en el sur consumen algunos alimentos como la cañihua que nunca vi en Trujillo.
Recuerdo de niño compraba la cañihua en las carretillas ubicadas en las puertas de los colegios, envuelta en papeles de colores que formaban largos y delgados cilindros.
Estaba mezclada con azúcar y podíamos consumirla directamente o en los jarros de leche que los programas de asistencia alimentaria brindaban a los escolares de colegios nacionales.
La cañihua es un grano andino con alto valor nutricional, inclusive más que la propia quinua.
Pedro Borjas Paredes me aclaró que estaba confundiendo el chocho o tarwi con la zarandaja.