Los caviares desoyeron el llamado a volver a las zapatillas de marca para la marcha de protesta por las calles del centro de Lima, en compañía de las cámaras de televisión. Prefirieron las sayonaras para pasar el fin de semana en Eicha (Asia).
Apenas unos pocos obedientes servidores de oenegés, en peligro de perder el subsidio, se colgaron del llamado a protestar contra el premier pegalón y unos pocos aprovecharon para sacar cartelones rechazando la “contrareforma educativa”.
La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria SUNEDU, como se temía, se convirtió en una suerte de ministerio de Educación paralelo, con presupuesto millonario que, lejos de promover la creación de universidades, se dedica a cerrar algunas privadas a las que exige aquello que no demanda a las del Estado.
Del presupuesto no se preocupan, reciben algunos millones de soles del Estado y abren cuentas de “recursos propios” basadas en multas y sanciones creadas para esquilmar a las universidades privadas.
En el centro de Lima merodean grupos de desocupados, espartambos, reservistas, ronderos y malabaristas dispuestos a defender al profesor Castillo, en esta guerra por ocupar cargos en las entidades públicas.
El pequeño grupo de protestantes, promotores de la ideología de género y de los derechos de los LGTB, aupados todos juntos en el reclamo contra el maltratador de mujeres, rozó con los defensores del régimen de Pedro Castillo.
La sangre no llegó al río ni hubo ninguna mozuela, la protesta se disipó como aquella noche de Santiago y se apagaron los faroles y se encendieron los grillos.
El fallido premier hizo mutis por el foro, los caviares veranean y las promotoras del Sunedu y la ideología de género, tendrán que esperar otra tarde, otra noche, para gritar que son mozuelas cuando las lleven al rio.