Salvo algunos cambios que se atrevieron hacer en América Televisión y Canal N, sigue operando la misma maquinaria periodística que impunemente alentó la algarada que trajo abajo la elección en el Congreso de Manuel Merino de Lama e impuso a Francisco Sagasti en la última etapa del fallido régimen del corrupto de Kuczynski.
También es la misma maquinaria fiscal y judicial orquestada por Vizcarra la que ahora pretende ir tras Merino, su premier Antero Flores Araoz y del ministro del Interior general Gastón Rodríguez.
La intencionalidad política que se esconde tras la decisión fiscal es tan grosera como ignorar las muertes que hubo en la Panamericana Sur y en la Panamericana Norte durante el gobierno de Sagasti. Esos no son mártires rojos como pretenden convertir a los muertos de la avenida Abancay.
Si a alguien hay que juzgar por esas muertes tendría que ser a los dueños de los medios que alentaron la algarada, transmitiendo todo el día y parte de la noche las protestas que comenzaron con una portátil en la Plaza Bolívar.
A los diarios que vuelven a levantar sus dedos acusadores contra Merino y sus ministros y a quienes desde la oposición trajeron abajo un régimen de emergencia que no duró ni una semana.
Todos ellos son culpables, políticos y medios, de la situación que vive hoy el país, con la misma maquinaria electoral que impuso a Castillo y hoy se mueve para imponer, con los mismos métodos, una asamblea constituyente que acabará con todas nuestras libertades.
Desconocer la actual constitución y proclamar eso abiertamente es un delito, que lejos de combatirse con la ley se promueve con recursos públicos y agitadores asalariados por el Estado.
Si ya lo hicieron una vez en las últimas elecciones, los rojos están seguros de hacerlo nuevamente en las próximas regionales y municipales que al paso que vamos irán de la mano con ese fraude cantado que será la constituyente.
Los cómplices de esta situación están ahora arrodillados implorando los millones que sangran al presupuesto nacional para campañas absurdas como promover la vacunación.
Los pequeños medios digitales y las redes sociales, con algunos diarios y canales de televisión, tienen la difícil tarea de hacer el contrapeso a la maquinaria pesada de la aplanadora roja.
El congreso no se atreve a remover a los cuestionados responsables del JNE, ONPE y RENIEC y mucho menos a poner orden en la fiscalía y el poder judicial.
Algo parecido funcionó durante la dictadura de Velasco, operada desde el Sinamos y se le llamó LA APLANADORA.
llamó .