Vivir del cuento es un dicho que identifica a las personas que viven sin trabajar, se aprovechan de los demás, se valen de diversas historias para conseguir todo lo que necesitan.
Suelen decir a algunos políticos y autoridades que poco o nada hacen en el sector privado, necesitan colgarse del presupuesto público.
Los revolucionarios profesionales aspiran llegar al poder para solucionar el resto de sus vidas.
Ocurre con dirigentes de algunas instituciones públicas y privadas, asistentes y asesores, expertos en engaños y artimañas, trucos y tretas, ingeniosos para conseguir resultados.
También abundan en las congregaciones religiosas, tribunales, municipios y ministerios. A todos ellos les gusta vivir del cuento.