El aire puro de la mañana ayuda a la meditación y en la sierra de Trujillo, en Otuzco, se respira limpio, frío, helado porque aquí las cumbres de la imponente cordillera están más cerca de las nubes, del cielo, de Dios.
En la plaza principal, en un balcón desde el que se domina el paisaje, se observan las cuatro esquinas y el panorama de viviendas con techos a dos aguas preparados para la lluvia, que puede caer en cualquier momento. Los cerros, alrededor, son verdes como siempre imaginamos la vida, la esperanza, la ilusión y en ese mismo balcón está la imagen menuda de la Virgen de la Puerta, cubierta por un manto bordado con hilos de oro y plata.
Es una imagen que irradia paz y serenidad, con un magnetismo mágico que congrega multitudes de fieles devotos que acuden todos los años en peregrinación.
Ellos llegan de rodillas luego de recorrer decenas de kilómetros del accidentado camino que los trae desde Trujillo. Se conforman con verla apenas un instante, suficiente para decirle gracias. Gracias por el milagro de la vida, gracias por tener salud y fuerzas para regresar, por el amor, por la familia, por la amistad, por la paz, por el trabajo, por los estudios, por la alegría de vivir.
Ese balcón está en la parte superior central de una moderna iglesia de piedra, amplia, luminosa, ventilada, sin los barrocos altares de madera de las coloniales iglesias trujillanas. Este es un templo diferente, construido a propósito para recibir multitudes.
La Virgen de la Puerta es la madre de Otuzco y de los trujillanos. Es la que bendice y perdona lo que los hombres no perdonamos. Es la que sana lo que la ciencia no se atreve. Es la que devuelve la razón al que la está perdiendo. Es la que alimenta las ganas de vivir al que agoniza, le da ilusión al incrédulo y esperanza al que renuncia.
La Virgen de la Puerta observa en silencio desde su balcón de Otuzco, el trajín apurado de sus hijos que luchan contra el olvido, contra el desdén del centralismo que los posterga, contra la injusticia de un sistema que tiene que cambiar.
Trujillo reza a la que ayer los protegió de los piratas y el Perú le pide que cese la peste a la que el Papa Francisco proclamó Patrona del 200 aniversario de la independencia del Perú.(12-05-20)