A un año de haberse declarado la emergencia sanitaria nacional y la primera de varias cuarentenas, mi intención por hacer un balance positivo y optimista se estrella con la opinión de expertos que sostienen que lo único que ha cambiado es la cantidad de muertos que ahora debemos lamentar.
El sistema de salud ha colapsado y poco se ha hecho por variar esta lamentable situación. Los hospitales del Estado y del seguro social, así como las clínicas privadas fueron rebasados por la enorme demanda de enfermos de Covid 19 y de todo lo demás.
Dos son los procedimientos reconocidos como mejor se puede afrontar esta enfermedad y uno de ellos es con la ivermectina, que en algunos casos parece haber conseguido resultados alentadores, siempre que se use en los primeros momentos y en segundo lugar la vacuna, que por la velocidad como se aplica resulta solución a largo plazo.
La participación de la población de Chincha con el cumplimiento del aislamiento social obligatorio y el desarrollo del plan Esperanza y la Operación Tayta en Ica, lograron contener el avance del coronavirus, convirtiéndola en la provincia iqueña con menor cantidad de contagiados y fallecidos de esa región y en la primera en la que se logró levantar la cuarentena total.
En el resto del país, la desesperación de la gente por conseguir un balón de oxígeno y largas colas que se observan en distintos lugares, muestran uno de los varios aspectos desatendidos y no resueltos por los gobiernos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti.
Los anuncios de la llegada de toneladas de oxígeno procedente de Chile y Ecuador grafican eso mismo, la diferencia con nuestros vecinos, capaces de desprenderse solidariamente de parte de aquello que aquí todavía no somos capaces de producir en cantidad suficiente para evitar tantas muertes.
A menos de un mes de las elecciones podemos afirmar, con absoluta seguridad, que tampoco fueron capaces de conseguir las vacunas para los miembros de mesa y ese me temo será el talón de Aquiles de un proceso, que corre ese riesgo clave para que se cumpla de manera cercana a la normalidad.
Se anticipa un ausentismo mayor al de costumbre debido a que habrá quienes preferirán pagar la multa que verse expuestos a un contagio mortal en la cola de la votación.