Por Antero Flores-Araoz
Los países se esfuerzan y esmeran, en colocar en la vitrina internacional, las bondades que pueden exhibir a los extranjeros, se trate de cultura, paisaje diverso, monumentos arqueológicos, gastronomía, costumbres, música, danzas e incluso adelantos científicos y tecnológicos.
Como consecuencia de lo señalado, se incentivan los viajes internacionales, se realizan ofertas, se edifican y ponen en valor hoteles e incluso se educa a las poblaciones, para que traten bien a los visitantes, a los que se denomina turistas.
El turismo se ha convertido para muchos países en una actividad que mueve la economía, genera puestos de trabajo y al mismo tiempo bienestar y, se ha hecho bien en llamarlo la “industria sin chimeneas”.
Por otro lado, los países en el ánimo de fortalecer sus relaciones, evitar conflictos y resolver los que se le presenten, constituyen organismos internacionales.
Algunos de ellos son para establecer alianzas defensivas como por ejemplo la OTAN, y hay multiplicidad de otros que tienen que ver con actividades concretas, entre los cuales podríamos citar al Fondo Monetario Internacional, el CELA, la Organización Mundial del Comercio, la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI). También existen organismos regionales pudiendo citar a la Unión Europea, MERCOSUR o a la Comunidad Andina.
Los organismos internacionales, por lo general, celebran periódicamente sus asambleas con la asistencia de los representantes de los países miembros, pero también cuentan con establecimiento permanente constituido por sus funcionarios y trabajadores, que hacen sus labores, o deberían hacerlo, en sus sedes centrales a la vez que en sus áreas descentralizadas.
Es el caso que, en relación con algunas de las instituciones internacionales existentes, penosamente debemos advertir que se han convertido en organismos paquidérmicos, con infinidad de personal que llena sus instalaciones, pero que en la práctica poco tienen que hacer y cuando lo hacen privilegian el discurso sin contenido, las visitas in loco sin mayor sentido y lo peor, sin cumplir con los objetivos para los cuales fueron creados. Mucho viaje y turismo, pero poca o nula eficiencia.
Por lo ante expuesto hemos fusionado el término turismo con el multilateralismo, resultando la denominación TURISLATERALISMO, usualmente invadido por personas de formación zurda que en lugar de cumplir con los cometidos para los cuales fueron contratados, se dedican a perturbar el orden internacional, difundiendo sus prédicas erradas y algunas veces con agendas malsanas, que promueven contenidos ajenos a nuestra civilización occidental y cristiana.
Evidentemente los culpables de la situación descrita son los países, que al nombrar a los funcionarios de los organismos internacionales, lo hacen con inclinaciones inconvenientes como lo hemos podido observar en varios de los organismos a los que nos referimos y, si quieren un dato concreto, investiguen un poco a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que muchas veces en lugar de defender a los países y sus ciudadanos, protegen a la rojería internacional, así como a grupos violentistas, cuando no terroristas. |