Tres en uno se llamó al invento que en algún momento causó furor por la mejor calidad de sonido, lo compacto que resultaba y resolvía una necesidad familiar. Se trataba del equipo que pasó a reemplazar los anteriores, separados, cada uno con sus propios muebles y parlantes, que ocupaban mucho espacio.
Radio, toca discos y casetera, todo en uno, con los mismos parlantes y sonido dolby, que consistía en una mayor reducción de los ruidos en las grabaciones analógicas. Superó largamente al estereofónico, con dos canales de audio.
Hasta esa época radio, tocadiscos y casetera estaban separados y cada equipo ocupaba un espacio, generalmente en la sala. Juntarlos en uno solo significó una hazaña tecnológica por la posibilidad, también, de conseguir mejores sonidos.
La llegada del tres en uno se convirtió en todo un suceso y rápidamente, durante semanas, me dediqué al placer de escuchar discos y simultáneamente grabarlos en casetes, que eran unas cajitas de plástico, con cintas magnéticas que se usaron hasta principios de los años 90.
Los discos Long Play, de 33 revoluciones por minuto y los pequeños, de 45 rpm se prestaban entre amigos, pero la posibilidad de grabarlos en un casete facilitó el intercambio.
Hace un tiempo Rómulo Flores Campana, que vive en Estados Unidos, me contó lo difícil que le resultó colocar una casetera en su automóvil.
Los tres en uno, ese gran inventó que nos deslumbró hace cincuenta años, ha quedado en el olvido. Desaparecieron los discos de vinilo y los aparatos para escucharlos, al igual que las caseteras y el sonido dolby.
Auriculares inalámbricos Bluetooth, AirPods y Buds, son algunas de las maravillas de estos días y los equipos de minicomponentes se han especializado en desarrollar lo que se conoce como sonido envolvente, con varias fuentes o canales de audio.
En el camino también quedaron los discos compactos, CD, con vida relativamente corta en la evolución de la industria del sonido.