En los dos periodos que trabajé en Correo de Tacna conocí a tres directores con quienes mantuve siempre cordiales relaciones. El primero fue don Rodolfo Loret de Mola, amigo de la familia Banchero, un gran caballero de los que hoy no existen y sereno administrador de un negocio que nunca significó grandes ganancias.
Banchero y sus herederos guardaban especial afecto por el primero de los diarios de la cadena que luego apareció en Arequipa, Huancayo, Piura y Lima.
El segundo fue Gustavo Salas Morales, periodista arequipeño que ocupaba la jefatura de redacción cuando la dictadura de Velasco Alvarado expropió todos los diarios. Salas fue nombrado director y me pidió a la administración de la Empresa Periodística Nacional EPENSA (Correo de Lima), donde me desempeñaba como redactor, para que vuelva y ocupe el cargo que dejaba él, de jefe de redacción en Tacna.
Al poco tiempo consiguió ser nombrado alto funcionario del Sistema Nacional de Comunicación Social SINACOSO, en Arequipa y me tuve que hacer cargo de todo, la redacción y dirección del diario, mientras buscaban al tercer director. Rechacé el ofrecimiento que me hicieron para ese cargo y no fue la única vez. Soy muy joven, le dije al que me propuso y agradecí no involucrarme más allá de los límites aconsejados por la prudencia necesaria en esos días.
Rómulo Boluarte Ponce de León, militar retirado, ex alcalde y compañero de armas de mi suegro, padrino de mi matrimonio y padre de mi compañero de promoción Hernán, se convirtió en el más jovial y afectuoso de mis jefes.
Trabajé con él muy poco tiempo debido a que tenía una mejor oferta laboral que me apartó de mi tierra, con el dolor que significó alejarme de amigos y familiares.
Siempre soñé con volver a trabajar en Tacna, pero resultó imposible. Sigo soñando y confío poder hacerlo en un programa de radio o televisión, tal vez, algún día.