Algo que no ocurría en el Perú desde hace mucho tiempo ha comenzado nuevamente a suceder, de manera especial cuando se conversa de política, se habla a sotto voce, con temor a ser escuchado por otras personas, por miedo a la indiscreción.
A sotto voce es un momento de la interpretación musical en la que se baja el volumen y los instrumentos o cantantes continúan de manera muy suave, a media voz.
Aplicado a la conversación es cuando el interlocutor baja el tono de la voz y busca acercarse al oído de uno, para comunicarle algo que no deben escuchar las otras personas presentes en la misma sala, en el mismo ambiente.
Se apelaba al sotto voce en los tiempos de Velasco, cuando resultaba peligroso emitir un comentario crítico contra el gobierno y eso pudiese ser interpretado como un acto contrarrevolucionario, subversivo.
Se comenta a sotto voce que mientras están vacunando en todo el mundo, aquí en el Perú debemos resignarnos a las vacunas chinas, que como los juguetes y todo tipo de aparatos y repuestos que traen de ese país, resultan de mala calidad.
A sotto voce dicen que Sagasti y los caviares buscan quedarse en el poder eternamente, como Hugo Chávez y que poco a poco meterán la mano en los institutos armados, como lo están haciendo con la policía.
A sotto voce se habla de fraude electoral con caviares infiltrados en los medios de comunicación, en las redes sociales, en la Onpe y jurados electorales, en la fiscalía y el poder judicial.
Hemos retrocedido medio siglo para conversar con temor a ser escuchados y señalados como dinosaurios de derecha, conservadores y enemigos del cambio y del progreso. Hemos entrado al túnel del tiempo para volver a sentir miedo de vivir sin libertad. Hemos vuelto a los tiempos de hablar a sotto voce.