Algo más que el laburo se juegan los argentinos en las elecciones de hoy, cientos de miles, tal vez millones, viven colgados de la teta del Estado y muy pocos los que entienden, fomentan y ejercen la iniciativa privada y por eso es que llegaron a donde están ahora.
Si gana el peronista, Sergio Massa, seguirán en esa espiral inflacionaria que los conduce vertiginosamente a convertirse en otra Venezuela, con el hambre, pobreza, desempleo y miseria que significa el socialismo del siglo XXI.
No la tienen fácil debido a que al otro lado tienen un economista convencido de las recetas drásticas que tendrá que emplear para cortar con décadas de gobiernos populistas y arraigadas costumbres de una burocracia corrupta y parasita.
La suerte está echada y hasta ayer se escuchaban insistentes denuncias de fraude electoral, sustentado en una maquinaria peronista que, como la burocracia caviar del Perú, se resiste a dejar el poder político y económico.
Javier Milei rompió todos los esquemas de buen comportamiento y arremetió en la escena con un discurso empeñado en decirle la cruda verdad a una nación que preferiría escuchar cosas bonitas y promesas optimistas.
Ha llegado hasta el insulto frontal y descarnado, desagradable y atrevido, para decirles en la cara que todo está podrido y habrá que cambiarlo; el Estado argentino es un desastre que necesita ser replanteado con medidas urgentes para salir de la situación caótica de estos momentos.
Debemos estar atentos a los resultados de una votación que se sabe será muy reñida y sin duda, va a repercutir en el futuro de la política de sus países hermanos entre los que nos encontramos los peruanos.