Solemos escuchar con frecuencia se encontró una solución salomónica, que generalmente implica ni para uno ni parta otro y en el mejor de los casos mitad, mitad.
Como si la solución del juicio sometido a Salomón hubiese tenido un fallo en ese sentido, como si efectivamente partieron a la criatura en dos para entregarla así a las dos madres que la reclamaban como suya.
Roberto Maclean en su entrevista con Jaime Bayly (última nota sobre el mismo video) lo dijo muy claro, se trató de una trampa, la trampa de Salomón, para descubrir cuál de ellas era la verdadera madre.
Este relato está en el Viejo Testamento, libro III de los Reyes, números 16 al 28, y se concluye que “divulgose por todo Israel la sentencia dada por el rey, y se llenaron todos de un respetuoso temor hacia él, viendo que le asistía la sabiduría de Dios para administrar justicia”.
Salomón es un personaje de la Biblia, el último de los monarcas antes de la separación del territorio israelita en los reinos: de Judá e Israel. Eso sucedió como mil años antes de Cristo y se le atribuye entre otros el texto del Cantar de los Cantares.
Según las sagradas escrituras, Salomón heredó un extenso imperio conquistado por el rey David, su padre y que además de su gran riqueza era conocido por su enorme sabiduría y entre sus numerosas esposas estaba la hija de un faraón de Egipto.
Los mismos textos consignan el siguiente pasaje: Yahveh se apareció a Salomón… y le dijo: Pide lo que quisieres que yo te dé. Y Salomón dijo… Da pues a tu siervo un corazón magnánimo para juzgar a tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo. Y respondió Yahveh: lo he hecho conforme a tus palabras: he aquí que te he dado corazón sabio y entendido.
Se conservan dos colecciones de sus sentencias en el libro de los proverbios y el libro de la sabiduría.