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sábado, noviembre 23, 2024

RUDY DE MIGUEL

La historia que voy a contar tal vez tenga algo de mi imaginación ante la falta de datos muy precisos, pero es real, completamente cierta y comienza (creo yo) en los primeros años 70, con un concurso nacional de jóvenes pintores chilenos que resultan triunfadores y deciden unir sus talentos para emprender una aventura alrededor del mundo.

Los conocí en un viaje que hice a Tacna, aprovechando unas vacaciones de mis primeros trabajos en Lima, cuando frecuentaba los ensayos del Grupo Teatral Tacna.

Uno había desistido y regresó pronto a su tierra y solo quedaba un flaco que recordaré con el nombre de Miguel y otro que se llamaba Rudy de Miguel. Vivían en el Hotel Lima y con la venta de sus cuadros podían viajar con frecuencia a Arica, mientras resolvían asuntos relacionados con sus pasaportes, que les impedían seguir en su periplo.

Los sueños juveniles muchas veces quedan solo en proyectos por las dificultades que presenta un mundo que apenas están empezando a conocer.

Por invitación de mi hermano Juan Manuel pasaron a vivir en nuestro departamento de las 200 casas y ahí pude gozarlos pintando con la alegría que les producía derrochar talento en el arte del color y las formas. Eran muy buenos.

Podían pintar cualquier cosa, copiar y reproducir el cuadro de un pintor muy famoso, trasladar al lienzo cualquier fotografía, de una persona, un paisaje, el campo o una ciudad.

También se aventuraban por los caminos del arte abstracto y conseguían cuadros que seguramente todavía están colgados en las salas de algunos hogares tacneños que aprovecharon la producción de estos artistas.

Se me acabaron las vacaciones y regresé a Lima donde, varios meses después, recibí la visita de Rudy de Miguel. Su compañero de viaje había regresado a Chile, pero él persistió en la idea de recorrer el mundo y siguió viaje a Ecuador.

Allí lo encontré varios años después, en Quito, a donde fui invitado para dar una charla en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina CIESPAL.

Se había casado con una dama ecuatoriana y tenía dos o tres hijas mujeres. Entre otros negocios administraba un grifo. Estuve en su casa y conocí varios lugares que no estaban comprendidos en las actividades programadas por ese organismo de las Naciones Unidas.

Años después tuve noticias de Rudy de Miguel. Había decidido retomar sus sueños juveniles, seguir su periplo y se trasladó con su familia a Nueva Zelanda, donde confío siga viviendo y dedicando parte de su tiempo a pintar los bellos paisajes de ese lejano país.

Quién sabe si continúa en la tierra del Señor de los Anillos o tal vez volvió a cargar su mochila para continuar viaje con algo más de cincuenta años de valiosas experiencias.

Tal vez algún día lea esta nota y reciba junto a su esposa e hijas el saludo de un amigo peruano que los recuerda siempre con el mismo afecto.

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