Por Antero Flores-Araoz
Hace poco tiempo, al leer un importante discurso, encontré las siguientes frases: Su slogan era “vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”. A ello se agregaba: “… quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética … y permitía … el triunfo del depredador sobre el emprendedor.”
Los comentarios obviamente eran sobre la izquierda que “… está en la política, en los medios de comunicación, en la economía y … le ha tomado el gusto al poder…”
El autor, que era nada menos que el expresidente francés Nicolás Sarkozy, añadió que los rojos “dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud: los vándalos son buenos y la policía es mala, como si la Sociedad fuera siempre la culpable y el delincuente inocente…”
Refiriéndose también a quienes siendo rojos se auto titulan socialistas que “defienden los servicios públicos, pero jamás usan transporte colectivo. Aman mucho a la escuela pública, pero mandan a sus hijos a colegios privados. Adoran la periferia, pero jamás viven en ella…” llegan “… con el mayor descaro a lucrar de los bienes del Estado y montan hasta negocios con el dinero mal habido a la vista de todos de la manera más cínica”.
Como ven en todas partes se cuecen habas y el comportamiento de los rojos es similar en todos los países. Cuando llegan al poder, lo hacen para destruir lo logrado en muchos años de empeño y sacrificio, incordian a los inversionistas para que no haya desarrollo ni empleo suficiente, con lo cual someten a los ciudadanos a las cúpulas del poder rojo o al edulcorado caviar.
Hablan de igualdad, pero en lugar de la ascendente con vocación de desarrollo y bienestar, en el fondo desean la igualdad descendente, la que homogénea a los sometidos a su poder, pero que a ellos no los incluye, ya que se convierten en la élite que goza del esfuerzo ajeno y distribuye mendrugos para transformar a ciudadanos en siervos, como lo han hecho en Cuba, Nicaragua y Venezuela, para recordar a los cercanos, aunque hay lejanos también conocidos como quienes soportan al gobernante de Corea del Norte, aunque con gran envidia de los que viven en Corea del Sur.
El resultado de todo ello es conocido, más pobreza, menos desarrollo, menos bienestar, más sometimiento a la autoridad, mayor fuga de capitales, mayor exilio voluntario en el exterior, pérdida de esperanza de la juventud, desinterés ciudadano; aunque en la otra orilla, engrosando capitales y patrimonios mal habidos como ya lo hemos visto en los hermanos Castro y su círculo cercano, en Hugo Chávez y en Nicolás Maduro para no hacer una lista larga, como es en realidad.
Penoso todo ello, pero dependerá de la unión de los ciudadanos que creemos en la Democracia, en las reglas de la Economía Social de Mercado, en el esfuerzo personal y con visión de futuro, para que no llegué el colapso al Perú.