“Un jurista de la Biblia y El Quijote” es como lo define Jorge Andújar, uno de sus alumnos de Derecho en la Universidad de San Marcos y extraigo esa definición de la más reciente publicación de Roberto MacLean Ugarteche que, con el título de LA JUSTICIA, trata sobre la evolución del instinto de conservación reorganizado por las civilizaciones (viajes de ida y vuelta a mí mismo).
Son dos volúmenes enormes como mi primo que tiene más de 90 años y también más del metro 90 de estatura. ”Para Pancho el menor de mis primos del mayor de sus primos” dice en la dedicatoria cariñosa en el primer volumen de casi 900 páginas que no podría resumir en una carilla.
Ha recorrido el mundo, como muy pocos, participando en programas de prevención, administración y solución de conflictos arbitrales o judiciales, es autor de varios libros y numerosos ensayos sobre reformas en los sistemas de justicia, en todos los continentes, ha trabajado en las escuelas de derecho de universidades de Estados Unidos y en la Academia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, entre muchas otras actividades de un currículo que necesita de varias páginas.
La obra completa un cuarteto que en suma sostiene que “la justicia no es un concepto abstracto o un ideal, sino una función fisiológica natural, consciente en los animales de la especie humana”.
Mi hermano Juan Manuel me trajo los libros hace dos días antes de reunirse con Oscar, otro de los primos, para seguramente leer juntos estos volúmenes que necesitan una mesa amplia para poder hojearlos y leerlos con la tranquilidad que demandan frases que obligan a pensar, sospecho único propósito del gran esfuerzo editorial.
Me siento honrado de ser uno de los pocos privilegiados escogido, por cuestiones estrictamente familiares, para ser premiado con tan agradable obsequio. Roberto es hijo de María, una hermana mayor de mi padre (adjunto foto). El colegio de la plaza Zela, en Tacna, lleva su nombre (también hay foto) y desde el cielo debe ver feliz al hijo que se dice no creyente pero devoto practicante del catolicismo.
Seguramente volveré más adelante a mencionar a Roberto para ocuparme con más detalle del contenido como cuando dice que “una vida saludable y normal tiene errores, está sometida al azar y necesita coherencia y disciplina para sobrevivir en servicio de los demás. Disciplina para la que no hay ni puede haber métodos, fórmulas ni modelos que se conviertan en clichés para suplantar la realidad del instinto y usurpar su verdad emocional sentimental y como forma de vivir única y especial para cada persona, en cada tiempo y en cada lugar. Cada persona, caso, situación, contexto, secuencia, entorno y circunstancia, son distintos, únicos para cada persona, en cada uno de los problemas que están pasando un momento difícil y desagradable, hasta que encuentran su propia orientación y recobran la confianza suficiente para dejar en libertad la esencia de su naturaleza humana, que conforme progresa en el método, se va espontáneamente, convirtiendo en menos agresivo y más amigable con el participante en la medida que recupera su autenticidad, que le permite desbrozar lo que le impide encontrar , su libertad perdida, ser grato, leve y quedar satisfecho al final de la experiencia que no tiene que escuchar , aprender ni entender sino vivir hasta que le duela vivirla y sentir la libertad para vivirla….(pág. 807)