Richard Webb nos contó en “La tertulia del Chivo” que está realizando un estudio sobre la economía peruana en los últimos 200 años, con el apoyo de la Universidad San Martín de Porres, aunque existe muy poca información estadística de la primera mitad.
Elogió el trabajo hecho anteriormente por el economista Bruno Seminario, con información estadística que abarca incluso algunos aspectos desde el siglo 18.
¿Por qué siendo un país tan rico hemos fracasado en nuestro desarrollo? Es una pregunta que muchos se hacen, aunque en promedio, adelantó, hemos tenido un crecimiento anual de 2.8%, una de las tasas más altas del mundo.
Otros países como Inglaterra y Estados Unidos nos privaron de un mejor aprovechamiento del recurso del guano y la Guerra del Pacífico detuvo la construcción de ferrocarriles que impulsó la explotación del salitre.
Las máquinas a vapor tuvieron un fuerte impacto en el desarrollo, debido a que ayudaron a acortar distancias con buques y trenes con un fuerte impacto en la economía. Otro paso importante fue la invención del telégrafo y después del teléfono. El automóvil y las carreteras dieron un nuevo impulso al proceso desde principios del siglo pasado.
Sucede que los países desarrollados impulsan su crecimiento a partir de realidades muy distintas a la nuestra, a la de los países del nuevo continente.
Inevitable me resultó preguntar por el impacto de la reforma agraria en la economía del país y respondió con un dato sorprendente, que puede cambiar la idea colectiva que tenemos de ella.
Se piensa, dijo, que tuvo que ver con el 80 % de las tierras de cultivo del país y fue al revés. Apenas afectó un 20 % según el economista Giovanni Bonfiglio. quien realizó un estudio contenido en el libro sobre “Las empresas de la reforma agraria 40 años después”.
Dos horas de conversación resultaron cortas para escuchar a un brillante estudioso de la realidad nacional.