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sábado, noviembre 23, 2024

REPLIEGUE ROJO

Guerrillas de pensamiento castrista desataron ataques contra el Estado peruano en los años 60 y fueron exterminadas gracias a la acción decidida del Ejército y la Policía. Luis de la Puente Uceda (MIR) y Hugo Blanco Galdós (FIR) fueron algunos de sus dirigentes.

La dictadura militar de Juan Velasco protegió a algunos de sus sobrevivientes, como Hugo Blanco y Héctor Béjar, escuchando demandas de gente como Mario Vargas Llosa, entre otros intelectuales.

Desde 1980 nuevamente el Perú tuvo que enfrentar una guerra contra el comunismo, contra Sendero Luminoso, una guerra interna como gustan decir los caviares, desde poco antes que asuma la presidencia Fernando Belaunde Terry, en su segundo mandato constitucional.

Esa etapa duró hasta los primeros años de la década de los 90, cuando cayó la cúpula que encabezó Abimael Guzmán Reynoso. También capturaron y desarticularon a un grupo conocido como Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, igualmente sanguinario y asesino, que encabezó Víctor Polay.

Los “remanentes senderistas” se refugiaron en la selva y han permanecido escondidos recobrando fuerzas, apoderándose del negoció de la producción y tráfico de cocaína, en el Alto Huallaga y luego en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro VRAEM.

Están 30 años escondidos asesinando soldados, policías y civiles que les resultan molestos. Amasaron una enorme fortuna que les permite cambiar de estrategia y financiar candidaturas de extrema izquierda, bajo distintas banderas.

El terrorismo, igual que ayer Vladimiro Montesinos, sabe comprar congresistas, jueces, fiscales, periodistas, policías y militares. Todo se compra, todo se vende, en la feria de las vanidades.

Treinta años después cambian de estrategia y optan por la vía de las ánforas, las mesas de sufragio, las decisiones amañadas. Avanzan muy rápidamente, tienen en planilla congresistas que jamás confesarán la forma como financiaron sus campañas. El ex presidente Pedro Castillo es uno de los muchos políticos apoyado con dineros de oscuros orígenes.

La impericia, ambiciones desmedidas y objetivos errados traen por los suelos todo lo avanzado y deben salir del gobierno. Las pugnas entre el partido que lo llevó al poder y allegados calculadores, insaciables, precipitan rompimientos prematuros.

Otra vez deben cambiar de estrategia, ahora optan por una maniobra defensiva, están cayendo algunos aliados, cómplices que rápido se encaramaron en la cúpula del gobierno, en los ministerios, los más visibles.

¿Cuánto dinero invirtieron en las asonadas de fines del año pasado y principios de este año? Licuaron una fortuna en manos de intermediarios inescrupulosos que abandonaron a su suerte a miles de manifestantes para nada. Vinieron a Lima por gusto, no funcionó.

Ahora apuntan a desprestigiar al congreso, escándalos que pretenden manchar también a la presidente Dina Boluarte. Son los estertores de otro fracaso del comunismo internacional.

Lo que viene por delante será acabar con remanentes y azuzadores, caviares y jureles, cómplices de todo pelaje, tontos útiles y guachiturros, despistados que se prestan al peligroso juego de una ideología que puso la puntería al Perú hace sesenta años.

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