No merece piedad quien no cuida o se hace cargo de las necesidades de su familia.
Seamos sinceros, a pesar de los choques y esas discusiones sobre quién cocinó mejor o quién dejó la tapa del inodoro levantada, al final del día, siempre hay un amor subyacente.
Pero, claro, siempre hay un pariente que saca lo peor de uno, ya sea por sus ocurrencias o esas opiniones que nadie pidió.
No creo que a nadie le haga falta romperle los dientes. Más bien, deberíamos encontrar maneras más sanas de lidiar con esos sentimientos. Así que, en vez de romper dientes, mejor rompamos las tensiones con algo de humor. ¡La risa es la mejor medicina!