Hace mucho tiempo publiqué una nota anticipando que con generales de mandiles rosados difícilmente podríamos ganar ninguna guerra y debo volver sobre el tema. Solamente a un general de mandil rosado se le podría ocurrir desplazar efectivos desarmados en Puno, una zona de conflicto social.
O desplazar una patrulla de soldados armados, pero con la consigna de jamás disparar, que es lo mismo.
El resultado era obvio, no hay que ser muy entendido en cuestiones militares para anticipar algo como lo ocurrido el último fin de semana, cuando una turba empujó a un grupo de soldados a las heladas aguas del rio Ilave. Seis soldados muertos. Las fuerzas armadas desarmadas por órdenes superiores.
Hacen con los militares lo que antes hicieron en Lima con los policías y mil resultaron heridos de pedradas lanzadas por senderistas que no les gusta les digamos terrucos.
¿Cuántos de esos terrucos están presos, procesados y condenados? Ninguno. El sistema policial y judicial andan como la carabina de Ambrosio.
Los terroristas en Puno quemaron un policía dentro de su patrullero, siguen incendiando comisarías y locales judiciales, tienen bloqueada la región dos meses e interrumpen el comercio con Bolivia y ahora asesinan soldados, pero no les digan terroristas, eso va contra sus derechos humanos.
Vándalos, revoltosos, manifestantes, protestantes y mil envoltorios de papel regalo con tal de no decir terrorista al terrorista, asesino al asesino. Gozan de la complicidad de los medios de comunicación que se resisten a llamarlos por su nombre y de un gobierno que no se atreve a poner orden en Puno. Con mandiles rosados no vamos a ganar.
No hay detenidos en Puno, es el reino de la impunidad y eso del toque de queda se quedó en un toque, un tik tok para entretener a la platea, mientras los terroristas siguen haciendo lo que les da la gana.
Dina y Alberto creen que así se van a librar de los juicios que les abrirán las ONG de derechos humanos y se equivocan. La única manera será metiendo presos a los terroristas, verdaderos responsables, a los incendiarios, asesinos, comenzando por sus dirigentes, que la policía conoce perfectamente.
Si desconocen quiénes son los dirigentes entonces es peor, están más perdidos que Adán en el día de la madre. Pónganse a trabajar que para eso les pagan, déjense de tantas contemplaciones que para eso están los curas y los santones.