Igual como lo padecimos durante los últimos 40 años y tal vez más, la izquierda camuflada en organizaciones defensoras de los derechos humanos y abogados que han hecho de las reparaciones una rentable industria, ahora pretenden culpar de las muertes en las últimas revueltas al gobierno, la policía y al Ejército.
Quemaron decenas de locales públicos y privados, destruyeron gran parte de la industria de lácteos de Arequipa y una empresa exportadora de espárragos, hirieron a más de 300 policías, bloquearon más de cien carreteras y varios aeropuertos, causaron pérdidas millonarias a miles de comerciantes y productores nacionales, arruinaron la economía de millones de familias y buscan culpar a las fuerzas del orden público.
Pero como eso no es suficiente desde ayer comenzaron a asesinar policías para robarles las armas, igual como hicieron en la década de los 70. Todos los días asesinaban policías saliendo o llegando a sus domicilios o cuando prestaban servicio de vigilancia en cualquier lugar.
El 5 de enero de 1981, el guardia civil Rigoberto Trigoso Daza fue asesinado por miembros del grupo terrorista Sendero Luminoso (SL), cuando resguardaba la casa del ministro de Guerra, Jorge Muñiz Luna. Tenía 30 años, esposa y dos hijos.
Ayer en la noche fue acribillado un policías en Suyo, en Piura,por dos sujetos, quienes se apropiaron de su arma de reglamento y huyeron en el patrullero, el cual después abandonaron. En este atentado también resultó herido otro agente del orden
Han pasado más de 40 años y el número de policías asesinados cobardemente por los terroristas se suma por miles y sus asesinos están libres luego que estas mismas organizaciones defensoras de terroristas consiguieron infiltrarse en el gobierno y desde ahí promovieron su liberación, mediante distintas modalidades promotoras de la impunidad.
Evitemos se repita lo que vivimos por muchos años con persecución a gente de uniforme encargada de restablecer el orden público y esa vergonzosa complicidad caviar con cobardes asesinos, traidores de la patria.
Que existan organizaciones que con el cuento de la defensa de los derechos humanos hayan encontrado el negocio de sus vidas es comprensible, pero que usen los medios de comunicación del Estado para promoverse es inadmisible.
No puede ser que vuelvan a usar medios de comunicación del Estado para perseguir a los hombres de uniforme y defender a los asesinos terroristas.