Traté sin suerte encontrar la raíz de esta expresión, de este dicho que escuché tantas veces en mi infancia y no la encuentro. Si alguien está leyendo esta nota la conoce le ruego nos la haga saber para acabar con esta curiosidad insatisfecha.
Tal vez tenga un origen aymara o quechua, no lo sé o quizás lo trajeron africanos, chinos o japoneses y adaptamos la expresión para decir que se acabó, que todo terminó.
Cuando un bebito terminaba de tomar su biberón la Nana le decía, pau talau, se ha terminado. Y el bebito sonreía para dar a entender que había comprendido, que no había más.
Algunos alargaron la edad del biberón hasta que se confundía con el juego de fulbito en el recreo escolar.
Y el dicho, junto con el biberón, se quedó ahí, en la infancia, en el idioma de los que están aprendiendo a hablar, difícilmente pasa al léxico de los infantes y mucho menos alcanza la adolescencia. Es un idioma para bebés de meses de nacido o de muy pocos años.
Las criaturas a veces pueden tornarse insaciables y reclaman más de aquello que están recibiendo, pero un “pau talau” les resulta lo suficientemente convincente para saber que no habrá más, que se acabó.
Y el dicho que se usa para los niños chicos se usa también para poner fin a los juegos, a los programas de televisión, a compartir con los adultos cuando llegó la hora de ir a dormir.
Un dicho así no es aplicable por ejemplo a los radicales que se infiltraron en el aparato del Estado y venían festinando el presupuesto público desde hace 17 meses. Deben entender que eso se terminó, se acabó el biberón, no va más, pau talau.
A ellos deben decirles que será mejor que renuncien antes que los echen de mala manera y les pidan rendir cuentas del dinero recibido muchas veces de manera indebida.
Se acabó la era de Castillo, el del pollo y se acabó el 2022 y es momento de decirle adiós, con todo lo malo que pudo haber sucedido.
Comencemos el año con la esperanza de encontrar caminos que nos libren de tanta corrupción, con el deseo de retomar el crecimiento y desarrollo que es la única manera de dejar de ser un país pobre. Que los radicales entiendan que nuestra opción es la de una economía social de mercado y no el mamarracho del socialismo que quieren obligar con una asamblea constituyente que la mayoría de peruanos rechazamos.
Despidamos el año haciendo votos para que el 2023 traiga paz en todos los hogares, que la amenaza de actos de violencia se disuelva y que la unión nos lleve a seguir siendo el país próspero, con una sólida economía que envidian los del socialismo trasnochado.