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sábado, noviembre 23, 2024

PADRES AUSENTES

Por Antero Flores-Araoz

Sabemos perfectamente que es obligación constitucional y legal de la Policía Nacional, con apoyo de las Fuerzas Armadas o sin él, cautelar el orden público y, recuperarlo en caso de ser afectado.

Con la finalidad de atentar contra el prestigio de las fuerzas del orden, hay quienes desde los medios de comunicación, inclusive los digitales como son las redes sociales, están dale que dale que dichas fuerzas reprimen a los manifestantes, cuando lo real es que repelen los actos de violencia, lo que no es igual.

El hecho de repetir y repetir que la Policía reprime, es imputarle arbitrariedad, actitud prepotente y hasta atentatoria contra la vida y la integridad de los manifestantes, lo que nos hace recordar el famoso antiguo aforismo “miente, miente que algo queda”.

Si los manifestantes se reúnen a ejercer su derecho de protesta, cuando el derecho de reunión está suspendido con arreglo a norma constitucional, simplemente se pusieron al margen de la ley, habilitando a la Policía con su actitud para que ella cumpla su cometido. Si adicionalmente los manifestantes perpetran actos de violencia, interrumpen carreteras y calles, impiden el desplazamiento de personas y mercancías, agreden a la Policía, así como originan daños a la propiedad pública y privada, mayor motivo para que la Policía repela a los vándalos, insistiendo el autor de esta nota que ello no es represión.

Se ha podido observar, sobre todo en la ciudad de Lima, gracias a que la vigente autoridad municipal ha actuado diligentemente (a diferencia de la existente en noviembre del 2020), que las cámaras de vigilancia mostraron que buena parte de los vándalos son personas muy jóvenes, incluso menores de edad.

Si a dichos jóvenes, menores de edad o no,  que estuvieron en marchas que no deberían realizarse por la declaración de estado de emergencia, les impacta alguna piedra, algún proyectil o cualquier otro elemento que les cause daño, lanzados por otros manifestantes, por infiltrados y azuzadores, o por la Policía en su legítima obligación de restituir el orden público, veremos a los padres de los afectados, en cuanto medio de comunicación les abra sus puertas, denostando a la Policía por no haber cuidado a sus críos.

La obligación del cuidado de los menores corresponde a los padres, al igual que el cuidado a los jóvenes, que sin ser ya menores de edad, viven con sus progenitores a quien deben respeto. Nos preguntamos ¿dónde estuvieron esos padres que ignoraban que sus hijitos estaban perturbando el orden público en lugar de estar estudiando? También nos preguntamos ¿Por qué, si existía toque de queda, esos jóvenes estaban zurrándose en las normas del confinamiento? Evidentemente el famoso dicho de que “estaban en Belén con los pastores”, es aplicable a sus padres.

Si les pasa algún daño a sus hijos, no se lamenten si es que pudiéndolo haber evitado no lo hicieron, simplemente por ser padres irresponsables, y mejor ponerlo en mayúsculas: IRRESPONSABLES. No les endilguen al Estado lo que es su obligación primigenia, legal y moral.

 

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