El lagarto con la complicidad de los funcionarios que manejan las elecciones, montó la estructura de un sistema fraudulento que como denuncié hace más de un año comienza por actuar de manera benévola con algunos candidatos y exageradamente exigente con otros.
Así se descarta a quienes puedan resultar incómodos a los intereses de quienes tienen como único valor el poder, por encima de la verdad, el honor, la decencia y la honradez.
De nada vale que meses después del fraude el tribunal constitucional les dé la razón a los eliminados abusivamente, como al burbujito, cuando no tendrá ninguna consecuencia en el resultado, ni siquiera remoción de los “responsables” del vicio electoral.
Ahora estamos igual, tal vez peor, con los mismos jefes de los organismos electorales que dejaron pasar candidaturas como la ex funcionaria del Reniec que resultó vicepresidente de la república.
Descartan listas de candidatos por quítame estas pajas y sabrá Dios a quienes estarán permitiendo participar cuando debieran ser descartados.
Así comenzó el último fraude y así empieza el convocado para el mes de octubre, con listas eliminadas por interpretaciones caprichosas y antojadizas de reglamentos que impiden el derecho constitucional de participar y ser elegidos.
Eso es lo que vemos acá en Lima y no me cabe ninguna duda que el asunto en las regiones se replica con mayor intensidad, lejos del escrutinio popular.
Estamos a dos meses de repetir el mismo triste espectáculo electoral, que como en el circo nos ofrece la gracia de payasos insolentes y divertidos, acróbatas intrépidos, maromeros audaces y especialmente magos que cambian resultados y desaparecen huellas de un fraude escandaloso.
La derecha anárquica y dispersa se apresta a otro descalabro que será antesala de un objetivo mayor que no es otro que la perpetuación de la izquierda en el poder. Llegaron para quedarse para siempre, lo han dicho y lo repiten cada vez que tienen oportunidad.