La ausencia y la distancia contribuyen a olvidar a quien se ama. Sentimos menos dolor cuando una desgracia afecta a personas que no son muy cercanas a nosotros.
Es un viejo dicho convertido en algo así como el lema de los infieles, proclives a buscar otros amores lejos de la vista de sus compromisos sentimentales.
Se trata de un dicho muy popular y hay quienes lo interpretan como la justificación para no sentir celos ni incomodarse si es que no ven ciertas situaciones con sus propios ojos. Lo que los ojos no ven, no afecta al corazón.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos;
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
(Mateo 13:15)