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sábado, noviembre 23, 2024

NO ES VANDALISMO, ES TERRORISMO

Llegamos a la situación en la que se encuentra el país en parte por no querer llamar las cosas por su nombre, por relativizar la violencia, por disimular las situaciones, por esconder la verdad. Todos estos días escucho decir vandalismo a lo que es terrorismo.

¿Cómo puede decirse vandalismo atacar un patrullero quemar dentro de él a un policía y dejar en grave estado a otro uniformado por no usar sus armas de reglamento para defenderse?

Vandalismo es definido como tendencia a destruir y no respetar lo sagrado, lo profano, lo bello o lo útil, mientras que terrorismo es definido como forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general.

¿Cuál es la duda? ¿por qué insisten en decir vandalismo a lo que a todas luces es terrorismo?

Sucede que la izquierda radical relativiza hasta el idioma, se escuda en “no me terruquees” “nos terruquean” cuando les dicen de frente y en la cara que son terroristas.

Quemar alrededor de 30 locales públicos y privados, entre oficinas de fiscalías, juzgados, Sunat, Reniec supermercados, oficinas y vehículos de empresas mineras, 14 ambulancias e instalaciones de fábricas de productos lácteos, agroexportadores e instalaciones de aeropuertos es terrorismo.

Algunos campesinos conservan la costumbre de usar hondas o huaracas para lanzar piedras con enorme fuerza y velocidad. Es un arma de guerra capaz de matar a una persona de una sola pedrada.

¿Qué arma debe usar la policía que sea proporcional a una huaraca?

Algunas de las víctimas de los laberintos de los últimos días murieron como consecuencia del bloqueo de carreteras y ataque a las ambulancias y hasta el momento no hay ni un detenido por estas acciones. Tampoco hay detenidos ni investigados que destruyeron e incendiaron locales públicos y privados en algunas ciudades del sur del Perú.

Son terroristas y deben ser tratados como tales. Existen leyes que condenan drásticamente el terrorismo y que algunos malos políticos, en complicidad con malos periodistas, están relativizando con la intención de volver a cambiar la historia del país y convertir a los policías en los villanos de este caos causado por los herederos de Abimael Guzmán Reynoso.

Los periodistas jóvenes que poco conocen del terrorismo de los años 80 no deben caer tan mansamente en el juego de los terroristas. El primer deber del periodista es usar bien el lenguaje y no lo están haciendo.

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