Contrariamente a lo que nos tocó vivir con Ollanta Humala el 2011, Pedro Castillo no se quita el polo rojo para ponerse uno blanco en la segunda ronda electoral, no, el candidato de Perú Libre radicaliza cada vez más su mensaje comunista y en lugar de anunciar medidas para ayudarnos a salir del hoyo, ofrece un precipicio para convertirnos pronto en algo así como Venezuela, pero peor.
Humala surgió con un mensaje nacionalista y resultó el más entreguista de nuestros presidentes. Se echó a los brazos de Hugo Chávez primero y de Lula da Silva después, para endeudar nuestra economía y ensartarnos con despropósitos como la nueva refinería de Talara o el gasoducto del sur.
Castillo con el mensaje de un Perú Libre nos promete el Perú menos libre de todos los tiempos, con amenaza de expropiar diarios y canales de televisión, empresas mineras y grandes consorcios comerciales, disolver el congreso y el tribunal de garantías constitucionales.
No se trata de discrepar con ideas o planteamientos económicos que pudiesen resultar errados, sucede que no tiene ni la más elemental noción de economía política, ni le interesa conocer.
Su bancada parlamentaria, la más grande del próximo congreso, anuncia la más radical de las conductas con la amenaza contra la clase media acomodada, que en adelante no será tan acomodada como ahora, después que cambien la Constitución.
A la penuria de sobrevivir a una epidemia que dos sucesivos gobiernos no saben cómo enfrentar, tendremos que soportar algo peor que la peste con un alocado gobernante empeñado en arruinar el país en el más breve plazo.
No me “terruqueen” reclama en voz alta, usando el escudo inventado por los extremistas para victimizarse después de arrojar la bomba con la mano izquierda.
Cómo no “terruquearlo” si abundan videos de Castillo rodeado de líderes de organizaciones vinculadas a Sendero Luminoso y el MRTA, cantando himnos senderistas. Votar por Castillo será algo así como elegir un mono con metralleta.