Es un periodista de esos como los hacían antes. Antes que la revolución de las comunicaciones trastorne el oficio hasta licuarlo en millones de personas que reportan cualquier cosa, rebasan las redes sociales, invaden los medios tradicionales y nos sumergen en un mar de fake news y vulgarización de las noticias.
De baja estatura, barrigón y voz menuda, prisionero del acento sureño que no lo abandona, pero de ideas claras, precisas, concisas, siempre buscando la conciliación antes que la confrontación y el respeto a las formas y modales de la buena comunicación.
Escapó de la dictadura de Pinochet y encontró en Lima el respetable encanto una bebida caribeña, que sedujo su paladar al extremo de hacerle olvidar la majestad del vino chileno.
Antes de intercambiar unas palabras ya lo consideraba amigo y es que de otra manera no se puede actuar frente a un personaje que, sabe transmitir calma y sosiego en los momentos más difíciles de un terremoto o de la explosión de un coche bomba en los tiempos del terrorismo.
Las pocas veces que conversamos se quejó siempre de su incomodidad frente aquellos que, en uso profesional de los micrófonos, cometen barbaridades contra el idioma castellano.
Durante muchos años fue uno de los puntales de Radio Programas del Perú, cuando dediqué más tiempo a escuchar esa emisora y no sé si por su ausencia u otros cambios, ahora prefiero escoger otras radios.
Le dicen “Mihua” abreviando nombres y expresando una muestra de cariño disimulado y escondido en el apodo. Cariño y agradecimiento es lo que merece un profesional de la radio, que de manera sencilla y humilde supo ganar la confianza de quienes estamos atentos a su palabra.
Sabe que al otro lado del micro hay millones de personas que quieren conocer la verdad, de aquello que está ocurriendo en ese mismo momento y sólo se puede conseguir con una red muy grande de colaboradores.
Migró a otra radio, como suele ocurrir con quienes ejercen el periodismo con seriedad, no como aquellas personas ajenas al oficio que sacrifican su credibilidad por algún favor pasajero, sin pensar en el daño irreparable que le hacen al país. “Mihua” es un maestro al que hay que prestar atención.