Desorejado para cantar, pero lo hace con entusiasmo y sentimiento como si se tratara de un gran tenor, acompañado de sus pinturas en las que muestra ese grito escondido en el corazón de un huancavelicano que recorrió medio mundo para mostrar esa faceta del arte que domina como lo hacen los grandes maestros.
Las pinturas de Miguel Ángel Aybar Llauca han paseado por galerías de Paris, Londres, Suiza, Holanda, Bélgica, Italia, Alemania y España, por citar Europa y Estados Unidos y Canadá en Norteamérica.
La historia comienza en su natal Huancavelica, se traslada a Ica y luego a Lima para perfeccionarse en la Escuela Nacional Autónoma de Bellas Artes, de la que egresa con mención honrosa en la promoción “Juan Manuel Ugarte Eléspuru”, en 1976.
Tuvo como profesores a los renombrados artistas Alberto Dávila, Milner Cajahuaringa, Carlos Aitor Castillo, Sabino Springett, Miguel Baca Rossi, Teodoro Núñez Ureta, Eusebio Roa, Cristina Gálvez y Enrique Galdós Rivas.
En 1988 viaja becado a Europa donde participa en numerosas exposiciones itinerantes en diversas ciudades con el grupo “De los Andes a Europa”. En 1989 viaja a Lugano-Suiza integrando la agrupación “Colore Andino”. Residió siete años en París donde se nutrió de los museos y también de la bohemia.
“…A través de la improvisación gestual, modulada posteriormente, quiero trabajar con entera libertad la figura. Esto me lleva a crear una realidad íntima y gracias al trabajo libre logro encontrar figuras sugerentes que me invitan a profundizar en el lenguaje de la pintura y en mí mismo tratando de encontrar lo que de esencial tiene el hombre y el paisaje iqueño. De esta libertad al pintar surge una figuración expresionista espontánea, muy particular, aybariana podría decirse…”.
Expresionismo es una corriente artística que busca mostrar los sentimientos y las emociones del autor, más que la representación de la realidad objetiva, donde se revela el lado pesimista de la vida generado por circunstancias históricas del momento. La cara oculta de la modernización, la alienación, el aislamiento, la masificación se hizo patente en las grandes ciudades y los artistas, creyeron que debían captar los sentimientos más íntimos del ser humano. La angustia existencial es el principal motor de su estética, señala una publicación.
Miguel Ángel Aybar es un artista, un heredero del arte de Humareda, escondido en un taller donde canta y baila con esas pinturas en las que va dejando trozos del alma de un peruano conmovido por nuestra realidad.