Al escuchar la marcha del Puente sobre el río Kwai se apagaban las luces del Cine Colón y en la matiné del domingo se producía un rápido movimiento en las filas de butacas de niñas adolescentes que dejaban espacios vacíos para pronto ser ocupados por misteriosos galanes que llegaban con la oscuridad.
La función no comenzaba directamente con la proyección de la película de David McCallum como Illya Kuryakin, el agente CIPOL y Robert Vaughn como Napoleón Solo.
Primero pasaban una breve historia de dibujos animados de Bugs Bunny, Porky o el Correcaminos, a veces un noticiero con breves notas inactuales sobre acontecimientos mundiales y una parte dedicada a avisos de tiendas comerciales que ofertaban sus productos o servicios, con dispositivas producidas de manera artesanal. La sinopsis de un próximo estreno completaba el menú.
Los misteriosos galanes esperaban en el Silvia, una cafetería ubicada exactamente frente a la puerta principal del cine, por donde se ingresaba a la platea. Allí, con una coca cola, cremolada, un Lucky Strike o Norton en la mano, esperaban nerviosos a la señal de los Gylling, con la marcha de las tropas inglesas.
La radiola del Silvia a cambio de monedas tocaba discos de Los Iracundos, Los Blue Splendor, Los Doltons, Enrique Guzmán y Lucho Gatica.
Mascar chicle y hacer notar que lo estabas haciendo fue parte de una de las muchas costumbres erradicadas por mejores modales de urbanidad.
Esos jovencitos estaban dispuestos a escribir el segundo capítulo de la historia que comenzó en la fiesta de 15 años ,en las últimas filas del cine, las más alejadas del ecran. Las chicas compartían la posibilidad y hacían señas desde las ventanas que debían cerrar antes de empezar la función.
Un chocolate sublime podía ser el mejor de los presentes con el que los muchachos buscaban congraciarse. Un cigarrillo los convertía en cómplices de una mala costumbre permitida en esos días en las salas de cine. Del apretón de manos algunos pasaban a besos más apasionados que los de la película.
Los romances adolescentes preferían mantenerse en estricta reserva y buscaban conservar el secreto antes de caer en los chismes de las páginas sociales, de un estilo periodístico que en su momento impuso Guido Monteverde, predecesor de Magaly.
Edgar López Dill´Erva era el temido redactor que no necesitaba estar en el cine para enterarse de los nombres del último romance escolar.
La matiné del domingo en el Cine Colón, era parte de la agenda adolescente de Tacna de hace más de medio siglo. Después del cine disfrutaba del pescado frito en casa del tío Queco.
Robert Vaughn falleció a los 84 años víctima de leucemia, en noviembre del 2016. David McCallum tiene 87 años y sus últimas grabaciones fueron en la serie NCIS.