La facilidad con la que una persona puede morir y resucitar en el Registro Nacional de Identidad y Estado Civil RENIEC, confirma aquello que sostenían quienes hace poco más de un año acusaban de fraude en las elecciones debido entre otras razones a esto mismo, que hubo muertos que aparecían vivos en el padrón de electores.
El caso de Alejandro Sánchez Sánchez, el prófugo dueño de la casa de Sarratea demuestra la facilidad con la que se puede morir o resucitar sin que nada de eso sea cierto.
Algo que se reclamó hace un año fue que depuraran el padrón de electores y la sospechosa sordera burocrática abona en la existencia de maniobras en el manejo del padrón que suponía complicadas y difíciles de operar. Segundo Alejandro Sánchez Sánchez, figuraba como fallecido en Reniec y la fecha del acta de defunción estaba registrada con el día viernes 14 de octubre.
El hombre de confianza del presidente de la República, Pedro Castillo, habría fallecido el último 11 de octubre en el caserío Ojo de Agua de la provincia de Chota, Cajamarca. Esta fecha coincide con el día en que el poder judicial ordenó su detención preliminar por 10 días y se ejecutara el operativo Valkiria II, a cargo del Ministerio Público y la Policía Nacional.
Minutos después de difundirse en los noticieros de televisión el presunto fallecimiento y la versión del profesional de la salud que negó haber extendido el acta de defunción, el nombre de Segundo Alejandro Sánchez Sánchez en el sistema del Reniec ya no figuraba como “fallecido”.
Fue cuestión de un click para que muriera y resucitara un personaje clave para desentrañar la madeja de corrupción alrededor del presidente que se reunía en su casa de Breña, de noche, a escondidas, con funcionarios públicos y empresarios para desarrollar una agenda paralela a la oficial.
Después se supo que Sánchez aportó más de 4 millones de soles a la campaña electoral de Castillo y que estuvo involucrado en la repartija de obras públicas junto con otros prófugos de la justicia.
Los muertos que vos matáis, efectivamente gozan de buena salud, juran inocencia y aseguran que nada tienen que ver con una muerte que lo libraría de la persecución policial y una resurrección que lo expone al martirio previsto para los más vivos.