Entre lo mucho que perdió el Perú durante la guerra con Chile existe un extenso territorio del desierto de Atacama, considerado el más árido del mundo, que en tiempos de los incas albergó una civilización asombrosa, la cultura Chinchorro, considerada entre las primeras en momificar artificialmente a sus muertos. Parte del dominio del señorío de Chucuito, en el Colesuyo y Collasuyo, rico en metales como hierro, oro y plata, y minerales no metálicos como boro y litio, nitrato de sodio y sales de potasio. Hasta allí fui a dar por encargo del director del diario Rómulo Boluarte Ponce de León, militar retirado y exalcalde de Tacna, padre de mis queridos amigos Hernán y Pepe, quien me pidió hacer un informe sobre la recién inaugurada zona franca de Iquique y visitar el oasis de Pica, cuna de los Morales Bermúdez.
Rómulo formó parte de los cambios que se comenzaron a dar en ciertos cargos públicos luego de la salida de Velasco Alvarado y tenía una justificada preocupación geopolítica al comprender que comenzaban a producirse mejoras significativas en el manejo de la política económica de Chile, con el gobierno de Augusto Pinochet. Y no se equivocó, puesto que en Iquique, con la zona franca, efectivamente comenzó una etapa de abundancia de ofertas de bienes y productos de consumo masivo a precios muy cómodos, libres de impuestos, desde lo último en artefactos electrodomésticos, pasando por vehículos motorizados, alimentos, ropa y medicinas. Todo lo que hacía poco era difícil de conseguir en Chile. La zona franca se convirtió en amenaza real para la economía de Tacna y del Perú y durante varios años fue invadida por una enorme variedad de productos de contrabando, que se vendía en los mercadillos de Lima, incluso junto al palacio de gobierno. Hice el primer reportaje a esa movida de Pinochet, que significó un paso en serio y decisivo para el salto brusco que dio esos años una región, hasta entonces rezagada en infraestructura pública. Pinochet fue un asesino sanguinario, pero Arica e Iquique le deben algo al dictador.
Para conocer la tierra de los Morales Bermúdez tuve que internarme en el desierto, pero antes debí tramitar autorización en la gobernación y coincidí circunstancialmente con el mismísimo general Augusto Pinochet Ugarte, que acudió precisamente ese día y a esa misma hora, a la oficina de la autoridad regional y aunque me negó la entrevista, pude verlo pasar a mi lado, como observar en persona al mismísimo Darth Vader, capa incluida, mirada penetrante y un rictus severo que anticipaba una tormenta. Supongo le informaron de nuestra presencia, puesto que nada de lo que hacíamos fue secreto, ni pretendió serlo. Nos acompañaba la autorización del consulado de Chile en Tacna y era comprensible el interés por conocer la tierra donde nació el bisabuelo del que entonces era el nuevo presidente del Perú.
En el norte de Chile el tamarugo es equivalente al algarrobo, puede alcanzar una gran altura y se alimenta de aguas subterráneas, cercanas a la superficie, cuya presencia advierte y ayuda a quienes se atreven, como los incas, a desafiar las inclemencias del desierto. Ahí en medio de la nada llegamos a un verdadero oasis, a Pica, un tambo que con la llegada de los españoles fue sede del tenientazgo de Tarapacá, en el corregimiento de Arica, en el virreinato del Perú. Hoy Pica es famosa por sus limones, apreciados por su acidez.
Allí nació Remigio Morales Bermúdez, el 30 de setiembre de 1836, de una familia relacionada con la explotación de salitre. En 1854 ingresa a la carrera militar y se incorpora al ejército cuando se iniciaba la revolución liberal contra Rufino Echenique a cuyas tropas enfrentó en Arica, hasta que triunfó el movimiento y por su actuación distinguida fue ascendido a Capitán. Integró el Batallón Arequipa en la rebelión de Mariano Ignacio Prado contra Juan Antonio Pezet, asaltó el palacio de gobierno y ascendió a sargento mayor. Viajó a Chiclayo a sofocar la insurrección de José Balta, pero traicionado por sus tropas cayó en prisión.
Fue enviado primero a Loreto y gracias a su elogiada conducta, durante el gobierno de Manuel Pardo fue trasladado a Trujillo, donde llegó a ocupar interinamente la gobernación. En Lima organizó batallones de cazadores, hasta que estalló la guerra con Chile y fue trasladado al sur para participar heroicamente en la defensa de Pisagua, en las batallas de San Francisco y Tarapacá. Estuvo también en la batalla del Campo de la Alianza, en Tacna, luego de la cual pasó a Puno, a seguir defendiendo al Perú.
Se presentó ante Nicolás de Piérola, en Ayacucho, cuando la tropa chilena había ingresado a Lima y fue ascendido al grado de coronel, sumándose a la resistencia encabezada por Andrés Avelino Cáceres, para jugar papel trascendental que coronó en la batalla de Huamachuco, el 10 de julio de 1883. Después del tratado de Ancón y elegido Cáceres como presidente, lo acompañó como primer vicepresidente y luego presidente el 13 de abril de 1890.
FRANCISCO
El general Francisco Morales Bermúdez Cerruti, bisnieto de Remigio, también tuvo una carrera brillante en el ejército: egresó como espada de honor de su promoción (1943) del arma de ingeniería y esos primeros lugares los siguió ganando cuando estudió en las escuelas de guerra de Lima, Argentina, Estados Unidos y en el Centro de Altos Estudios Militares.
Durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry ocupó el cargo de Ministro de Hacienda y Comercio y cuando ocurrió el golpe de Velasco fue designado Jefe del Estado Mayor; en 1969 le encargan nuevamente el ministerio de Economía y Finanzas hasta 1975, que ocupa la Presidencia del Consejo de Ministros, el Ministerio de Guerra y la Comandancia General del Ejército.
En Tacna fue objeto de múltiples muestras de afecto, de una población que siempre lo trató como descendiente de un héroe de la guerra. Visitaba con frecuencia esta ciudad para supervisar la construcción de los nuevos cuarteles militares y cada vez que llegaba sucedían grandes y bien rociados banquetes y agasajos, generalmente en el restaurante Bocchio de Pachía, donde servían generosamente el afamado vino de chacra, que los productores reservan para su consumo personal, pero es ofrecido a visitantes ilustres en ocasiones muy especiales, agasajos que le dieron fama de bebedor.
Pachía le resultaba atractivo por el significado histórico que encierra como eje del comercio hacia Bolivia y Argentina, en el virreinato y primeros años de república y haber sido lugar escogido por el Gran Mariscal Ramón Castilla para, curiosamente el 29 de agosto de 1843, derrotar al General Vivanco, de ideas y costumbres autoritarias. Junto con el Mariscal Domingo Nieto, Castilla establece aquí el gobierno provisorio de los departamentos libres del sur del Perú; mientras que años más tarde Gregorio Albarracín hace de Pachía el centro de sus operaciones guerrilleras contra los chilenos.
Morales Bermúdez tuvo cinco hijos con la señora Rosa Pedraglio, uno de los cuales, Remigio, fue ministro de agricultura en el primer gobierno del presidente Alan García Pérez. Francisco fue ejemplo del militar que consigue éxitos gracias a su dedicación al estudio y al dominio de las más diversas disciplinas humanas; poseía el carisma de las personas capaces de atraer simpatías.
Autorizó el retorno de los exiliados, desactivó el SINAMOS, despidió de la administración pública a los velasquistas recalcitrantes, pero no pudo hacer nada por mejorar la economía, que había comenzado a flaquear por falta de inversión privada. Una fuerte devaluación de la moneda aumentó aún más el descontento, por lo que se vio obligado a imponer el toque de queda, en previsión a sublevaciones populares. Falleció el 14 de julio del 2022 en Lima, a los 101 años de edad.