No sé cuál embate es más fuerte, si el de la naturaleza con las fuertes lluvias en el norte, las denuncias contra la presidente Dina Boluarte o los ataques contra el congreso de la república.
Golpes como el odio de Dios, como si ante ellos la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma…yo no sé.
A Dina la acusan de haber recibido financiamiento ilícito en la campaña electoral, de ese residuo del régimen de Pedro Castillo llamado Henry Shimabukuro, comparsa de la mafia que se enquistó en el palacio de gobierno.
Al congreso le cuestionan la intención de construir un consultorio médico para sus trabajadores, ayer fueron los viajes y antes la comida. También viene…el papel higiénico.
Quieren la salida de Dina Boluarte para precipitar ese adelanto de elecciones que los laberintos callejeros nunca consiguieron.
Buscan acelerar el calendario electoral debido a que los rojos no están conformes a pesar de las gollerías que durante año y medio gozaron a expensas del presupuesto público.
Son pocos, pero son. Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
La izquierda radical es minoría en el congreso, pero hace bulla y promueve escándalo. Fracasa cuando pide la censura de la mesa directiva por enésima vez. Ahora se le prenden a su propia vicepresidenta, encargada del gobierno, y contrario a lo que sucedía con Castillo reclaman su cabeza.
Ella debe ser investigada por la fiscalía, igual que Castillo, pero ya sabemos no puede ser acusada hasta el fin del periodo.
Son las caídas hondas de los cristos del alma de alguna fe adorable que el destino blasfema.
Y en medio de este escenario el mundo democrático, el Foro de Madrid, aplaude al Perú por haber puesto freno y en su sitio al embate del comunismo internacional, que pretendió desconocer la sucesión democrática a la caída del golpista corrupto.
Medios de comunicación tercos en su papel de tontos útiles siguen haciendo el juego a los comunistas, son las hordas de caviares enquistadas en las redacciones o serán tal vez los potros de bárbaros Atilas o los heraldos rojos que nos manda Sao Paulo.