El dicho intenta decir que ciertas características de la personalidad son de nacimiento, genéticas, como inteligencia o torpeza, fuerza de voluntad, talento, ingenio, perseverancia o perspicacia, que no es posible adquirir ni en prestigiosos centros de estudios.
A ellas se suman costumbres y hábitos adquiridos en la infancia, en los primeros años, como son los buenos modales, disciplina, puntualidad, amabilidad, solidaridad o agradecimiento.
Lo que natura no da suelen decir a malos congresistas acostumbrados a lucir un comportamiento extravagante, insolente o malcriado.
También ocurre con algunos deportistas, magistrados, fiscales y policías, alcaldes y regidores, profesores y periodistas.
Si bien es cierto que la buena educación tiene mucho que ver a la hora de juzgar conductas, no esperemos una respuesta adecuada de quienes no poseen el talento ni habito de comportarse como corresponde en sociedad.