Llevar un sambenito, le cuelgan un sambenito o cargar un sambenito, es algo así como tener una maldición, como que alguien le echó una cruz, es asumir una culpa que no le corresponde o perder la reputación y ser despreciado.
Y somos los periodistas los que solemos cargar sambenitos a algunas personas, muchas veces políticos o autoridades que luego caminan con esa pesada acusación, sin importar que puede ser falsa o verdadera, pero ahí queda para siempre.
A Toledo le dijeron borracho, como a Morales Bermúdez, a Belaúnde que caminaba entre las nubes de la imaginación, a García mujeriego, a Ollanta saco largo a Kuczynski lobista, a Vizcarra coimero a Sagasti caviar y al Canciller Maúrtua “pásame la botella”.
Los sambenitos abundan hoy más que ayer y suficiente es darle una mirada al parlamento para encontrarnos con terrucos, caviares, fujimontesinistas, cerronistas, castillistas, senderistas, conares, rojos, verdes y morados.
A los ministros del interior y defensa ya les clavaron que fueron malos policías y salvo un par de excepciones, en el gabinete de Mirtha Vásquez, la antiminera, son todos rojazos, de la ultra izquierda.
Luego de las barbaridades del puka Guido Bellido será muy difícil que consigan atraer inversión extranjera, que es lo que todos los países reclaman para parecerse siquiera un poquito a China o los países asiáticos que siguen dando saltos espectaculares en su desarrollo, mientras nosotros nos hundimos desde hace años en una suerte de guerra civil no declarada.
Los sambenitos terminan por formar la imagen de los políticos, dibujan el alma de nuestros gobernantes, describen el espíritu de personajes que deciden la suerte del país.
El origen de esta palabra tiene relación con un saco de lana, bendecido por los sacerdotes, un saco bendito y de ahí se origina el nombre, una cuestión sonora.
La prenda parecía la casulla que de distintos colores emplean los religiosos para celebrar las misas. Es la vestidura exterior. Tenía dibujadas grandes cruces, como una suerte de aspas, la Cruz de San Andrés.
Las modernas inquisiciones de estos días son algunos medios de comunicación infiltrados de talibanes y talibanas dispuestos a colocar sambenitos al primero que pase delante de ellos. Una cuestión de fanatismo político.
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