Seguro estabas pensando en las musarañas, me dijo la Hermana Ruth Figari al terminar un programa de conversación que conducíamos y es que, en plena entrevista, me sorprendió al cederme el turno de preguntas.
Era muy ágil en sus respuestas y se divertía cuando los hermanos menores le dijeron que se parecía a la abuelita de Piolín. Ruth peina sus canas en un moño parecido al del personaje de las historietas infantiles y sus faldas largas son de uso común en la iglesia.
La despidieron cuando el golpe de Fujimori disolvió el Congreso de la República y nunca luchó para que la repongan, como sucedió con cientos de servidores del poder legislativo.
Jamás había pensado en las musarañas, nunca he visto una y hacía muchos años había escuchado hablar de estos bichos que se alimentan de insectos y existen en todo el mundo. Son mamiferos pero no roedores, parientes de los topos y pueden medir hasta 15 centímetros las más grandes en Asia tropical, aunque en promedio entre 3 y 5 centímetros.
Los muchachos de la radio, alegres y divertidos como son los chicos de su edad, veían en Ruth al ejemplo que había que seguir y la alentaban a despedir sus programas con lo que llamaban un mensaje a la conciencia.
Trabajar once años en una radio evangélica para un católico como yo resultó una experiencia por momentos alucinante y divertida, grata y aleccionadora y me demostró a mí mismo que por muchos años que tenga, varios más que Ruth, siempre queda espacio para seguir aprendiendo de personas que predican con el ejemplo.
Ruth está acompañada de su familia orando para que acabe la emergencia sanitaria, mientras algunos ministros, generales, jefes y oficiales se distraen pensando en las musarañas, ratas y pericotes hacen su agosto con el coronavirus.