Nadie desprecia al ladrón que roba para calmar su hambre, aunque si lo encuentran robando tendrá que devolver siete veces lo robado y todo lo que tenga. Proverbios 6, 31.
Este pasaje de las escrituras da pie a una serie de interpretaciones y la que más se comenta tiene que ver con el premio que ofrecen a quien agrede malamente a un ladrón.
»Si alguien roba un buey o una oveja, y mata o vende el animal, deberá devolver al dueño cinco bueyes por el buey robado, y cuatro ovejas por la oveja robada. Si el animal robado todavía está vivo y en poder del ladrón, éste deberá devolver al dueño dos animales. Todo ladrón deberá pagar el precio de lo que haya robado. Si no puede pagar, será vendido como esclavo para pagar lo robado.
Si el dueño de una propiedad sorprende a un ladrón robando de noche, y lo mata, no será culpable de su muerte. Si lo sorprende robando de día, y lo mata, entonces sí será culpable.
En la antigüedad el robo era considerado uno de los más graves delitos que podían cometer las personas y castigado duramente, tal vez de una manera más drástica que en la actualidad, relativizado por la progresía.
Si dos personas afirman ser dueños del mismo buey, burro, oveja o algún otro objeto, deberán ir al templo para que su caso se resuelva ante Dios. Quien haya mentido deberá pagar el doble al verdadero dueño.