Caminar por las oscuras calles de Tacna de principios de los 70 era un desafío para imprudentes dispuestos a enfrentar el frío, con abrigos largos y chalinas de alpaca, algunos con guantes y gorros y otros se calentaban por dentro con un trago de cañazo, pisco o cognac.
Difícil llegar a la calle Callao sin alguno o todos estos requisitos. Tiritando de frío entraba al antiguo local donde se reunió el Grupo Teatral Tacna (GTT). El frío es diferente al de Lima, es un frío de desierto y penetra hasta los huesos. Obliga al forastero a vestir doble juego de medias, chompa y pantalón.
Pero valía la pena con tal de recibir el calor de los saludos de amigos a veces graciosos o cariñosos apodos como “saco largo” o un diminutivo como “Luchito” a Cavagnaro, que le disgusta, me contó Fredy.
“El viejo “ Liber Forty era el líder y director de origen argentino-boliviano y a su alrededor giraban mi hermano Juan Manuel (Jean Jack) Lucho Saavedra, Mimi Dopico, Toti y Yeyo Basili, Rosa María Lombardi, Fernando Kuong, Gumercindo Mazuelos, Grover Pango, Violeta Nazar, Marlene Figueroa, Coco Zegarra, Pepe Giglio, y un largo etcétera de nombres que no coloco hoy, pero los pondré mañana.
Podías conversar con ellos de la libra de carne del Mercader de Venecia, o la que vendían en el mercado nuevo y había subido de precio por la escasez, de la dictadura militar. Escasez de todo.
Agua de los montes, cuando volverá, lagrima de mis ojos, agua de sauzal, que triste es mi vida, mentiras solo mentiras y se mece la hamaca tendida de aquí para allá, de allá para acá…Y Luchito sacaba un pañuelo e inmediatamente respondía Rosa María y bailaban alegremente para seguir combatiendo el frío y alegrarnos la mirada con esa música que nos llega del norte y podía convertirse en una fiesta inolvidable.
La vida del teatro era más que poner una obra en escena, era el calor de la convivencia humana, reunirte con amigos y conversar y es que las personas somos como los gatos, generalmente esperamos la noche para hacer vida social.