Velasco nunca sospechó que Tacna había sido escogida para poner en marcha un plan que terminaría con ese experimento socialista que, como suele suceder en estos casos, acabó con los sueños de un pueblo engañado por el opio de una vida fácil, con un Estado que resolvería -más adelante- los problemas de todos. La situación era calamitosa, las empresas estaban en la ruina económica propiciada por burocracias cleptómanas sedientas de privilegios.
Lo que ocurrió fue una feroz batalla por implantar un sistema económico marxista y quienes defienden esa concepción de la economía siguen actuando en la sombra por imponer modelos y programas de corte distributivo, comunista, socialista. Pretenden que todos debemos compartir, soportar, tolerar, padecer la misma pobreza (excepto los de arriba).
No reconocen el fracaso mundial del sistema comunista y procuran volver a intentarlo, no de manera abierta, porque adivinan el rechazo popular, sino infiltrados en los resquicios que les brinda el poder, a veces en manos de gente que no llega a comprender la magnitud y gravedad de esa situación.
Que opten por alguna ideología es válido y está dentro del juego de la democracia. Lo malo es que una vez que llegan al poder renuncian a ese juego de libertades y elecciones libres, para cambiarlo por regímenes totalitarios que entre sus primeras medidas está la supresión de la libertad de expresión, de empresa, la propiedad privada, el pluralismo político. Un gobierno socialista jamás perderá una elección convocada por ellos.
Se reinventan, camuflan y mimetizan entre grupos de etiquetas marqueteras como defensores de los derechos humanos o del medio ambiente, de igualdad de género y contra la segregación racial e impulsan una agenda internacional que promueve campañas como la legalización del consumo de drogas, relaciones sexuales con menores de edad, aborto y anti religión, anti minería, anti petróleo, anti cualquier inversión (anti extractivista le dicen) o se infiltran en movimientos de legítima protesta como aquellos contra la televisión basura o comida chatarra. Están en cualquier parte y desde adentro petardean el sistema para desprestigiarlo con la intención de destruirlo y cambiarlo por ese otro que fracasó a nivel mundial.
Se les conoce como la izquierda caviar, por referirse a quienes tienen ideas de izquierda, pero mantienen una vida de lujos, camionetas 4×4, cafés miraflorinos y restaurantes de varios tenedores. El término tiene su origen en la expresión francesa gauche caviar que hace referencia a intelectuales de izquierda de clase social de alto poder adquisitivo. Se origina de un texto del filósofo Alexander Herzen que en “ From the oder shore” confiesa “Son ellos, nadie más, los que se están muriendo de frío y de hambre… mientras tú y yo en nuestras habitaciones de la primera planta estamos charlando acerca del socialismo tomando pasteles y champán”.
Tacna fue escogida para la gran batalla que pondría fin al intento por implantar un régimen comunista en el Perú.