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sábado, noviembre 23, 2024

LA REFORMA AGRARIA EN TACNA

La revolución de Velasco ideó una reforma agraria para acabar con la “oligarquía terrateniente” y distribuyó las tierras “para el que la trabaja” y la producción agraria cayó a niveles que hicieron al Perú  más dependiente del exterior, pasamos a importar todo tipo de alimentos.

En 1970, antes de la reforma agraria, exportábamos 500 mil toneladas métricas de azúcar al año y en 1980 la producción total llegó apenas a 52 mil toneladas. Tuvimos que esperar hasta el 2006 para volver a autoabastecernos de azúcar. “El patrón no comerá más de tu pobreza”, fue uno de sus lemas.

En Tacna el “Comité de defensa de la pequeña propiedad agrícola del Valle Viejo” envió un memorial a Velasco en el que afirmaban que “en sus tierras la ignominia jamás ensombreció sus tradiciones humanitarias y donde nunca pusieron sus plantas en ellas la soberbia y la ambición insaciable del latifundismo” (Carlos Nalvarte Zeballos).

Relata una serie de casos de pequeñas parcelas heredadas por familiares de héroes de las batallas del Campo de la Alianza y del Morro de Arica, que no terminaban de reponerse de los estragos de la guerra y de la ocupación, pero les arrebataron sus propiedades generalmente  arrendatarios que se valieron de una serie de triquiñuelas fomentadas por los propios funcionarios públicos. Predios urbanos también cayeron en manos de gente inescrupulosa con la complicidad de los corruptos que mal aplicaron la ley de Velasco. Los abusos que cometieron contra pequeños agricultores se repitieron en todo el país.

La principal diferencia entre capitalismo y comunismo es la propiedad. En los regímenes comunistas la propiedad solo puede estar en manos del Estado. El racionalismo constructivista supone que la libertad ocasiona caos y que la planificación gubernamental conduce al orden, no acepta la regla del mercado, la oferta y la demanda.

Dentro del sistema democrático todos los hombres son libres de progresar lo más que puedan. Pero Velasco estatizó todo. La pesca que tuvo en Luis Banchero Rossi a su más grande y exitoso empresario, no pudo escapar a la fiebre estatista. Una de las ramas industriales en las que más había avanzado nuestro país fue la fabricación de harina y aceite pescado y entonces casi desde el comienzo, el régimen dispuso la estatización del sector con Javier Tantaleán Vanini al frente del flamante ministerio de pesquería. Para ello creó, el 5 de mayo de 1870, la empresa pública de comercialización de harina y aceite de pescado EPCHAP, encargada de la venta interna y externa de esos productos.

El dictador pensaba que, en lugar de exportar aceite y harina de pescado, con lo que además ayudábamos a combatir el hambre en el mundo, había que dar preferencia a una flota gigante de camiones refrigerados que llevarían pescado a la sierra y la selva. Ríos, lagunas y piscigranjas satisfacen plenamente la demanda de pescado de mejor manera y a menor costo.

El Plan Inca señaló el derrotero que comprendió la “creación de organismos estatales para la extracción, trasformación y comercialización de productos hidrobiológicos, reducir la capacidad instalada en exceso, impulsar al máximo la pesca para consumo humano y crear la infraestructura adecuada”. Lo único que construyeron fue el enorme local del ministerio de pesquería, hoy Museo de la Nación.

Velasco intervino 87 fábricas de harina y aceite de pescado y mil 400 bolicheras, que cuando la industria quebró, fueron rematadas a precio bobo por lo que algunas terminaron en manos de pescadores chilenos. EPCHAP también fue encargada de comercializar la fibra y pepa de algodón, cuya producción cayó en manos del Estado y se arruinó, como sucedió con la pesca.

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