La censura al ministro el Interior Dimitri Senmache estaba cantada, la oposición había conseguido votos suficientes para para apartarlo del cargo como responsable político de la fuga del ex ministro de Transportes Juan Silva. La noticia es que se sumaron los votos del partido de gobierno Perú Libre, ex partido de gobierno.
De modo que la renuncia del presidente Pedro Castillo a las filas del castro-chavismo resulta cierta, el divorcio es real, la separación no es cuento.
Algunos congresistas del partido Perú Libre, como los de oposición, están pidiendo a Castillo que renuncie al cargo, marcando distancia de las graves acusaciones de corrupción contenidas en el informe aprobado ayer en la Comisión de Fiscalización.
Los seguidores de Vladimir Cerrón no quieren llegar a las elecciones de octubre cargando la pesada mochila de los prófugos del régimen Silva, Pacheco y Vásquez, los hombres del presidente.
El informe de la Comisión de Fiscalización del Congreso, a la que desairó Pedro C astillo, recomienda acusar constitucionalmente al presidente por haber incurrido en el delito de organización criminal, negociación incompatible y aprovechamiento indebido del cargo por diversos casos como Sarratea, Puente Tarata y ascensos militares.
Los hermanos Cerrón enfrentan una serie de acusaciones en el poder judicial y no quieren cargar las que corresponden al presidente Castillo y su círculo chotano.
La votación contra Senmache, como suelen ser las votaciones en el parlamento, desnudó posiciones, intereses y debilidades de los congresistas y puso sobre el tapete quienes son los 29 que apoyan a muerte a Castillo y los ocho que siguen jugando, como niños, en la rayuela de la política criolla.
El tablero sobre el que saltan los jugadores de la Plaza Bolívar tiene cielos diferentes, unos lo dibujan con escaños de una asamblea constituyente mientras otros se conforman con nuevas elecciones presidenciales.