Entre Tacna y Arica, el límite entre Perú y Chile, existe una raya imaginaria conocida como la línea de la concordia, convertida por obra y gracia de migrantes ilegales en la línea de la discordia.
Policías peruanos y carabineros chilenos aparecen como culpables de una situación que atenta contra los más elementales derechos humanos, de una turba que escapó de la dictadura venezolana, salió subrepticiamente, sin documentos porque hasta el pasaporte es un lujo en la dictadura.
No tienen dinero porque en Venezuela hace mucho tiempo que el bolívar, la moneda llanera, perdió su valor, no vale nada y Nicolás Maduro es el único culpable de una situación que avergüenza al continente.
No logran salir de su asombro de cómo en el Perú encarcelaron al que intentó convertirse en otro adalid del socialismo del siglo XXI, lo metieron preso y cómo en Chile mandaron al tacho de la basura una constitución que remedaba atrocidades como las que rigen en su país.
Y es que en Perú y en Chile todavía funciona la democracia y existe consenso para rechazar al comunismo internacional, a los dictados del Foro de Sao Paulo a los sueños de opio de Lula y Bachelet, a los delirios de Pedro Castillo y Gabriel Boric, a las alucinaciones de Vladimir Cerrón y Evo Morales.
Ese campamento improvisado de migrantes indocumentados, levantado sobre la línea de la concordia, seguirá perturbando el tránsito fronterizo en la medida que persistan los abusos y atropellos que caracterizan al régimen venezolano.
Miles de ciudadanos de ese país siguen escapando de Nicolás Maduro y han convertido la frontera de México con Estados Unidos en una versión mucho más grande y complicada de la línea de la concordia.
Es el precio de la dictadura comunista, es el costo del socialismo del siglo XXI, de las ideas trasnochadas de un marxismo leninismo que fracasó en el mundo entero, del estatismo como sistema de gobierno, de reincidentes y escandalosos fraudes electorales que convalida la OEA, de la mentira como doctrina, de la lucha de clases, de la demagogia y atropello a las libertades.