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sábado, noviembre 23, 2024

LA CRI CRI

Así llamé a la única perra que crie en mi infancia y a diferencia de los gatos, que siempre me acompañan, la relación con está mascota fue muy diferente, como numerosas son las diferencias entre estos animalitos.

Me la regalaron bebita los hermanos Roberto y Rolly Gutiérrez Rocaful, que vivían en el block vecino en el agrupamiento de las 200 casas en Tacna. Siempre tuvieron perras y al igual que las gatas, irremediablemente terminan preñadas y traen nuevos críos al mundo.

Roberto y Rolly eran mis compañeros de monopolio, ese juego que consiste en comprar y alquilar propiedades, con dados, pequeñas tarjetas de propiedad y billetes de juguete.

Era una perra chusca, color caramelo, pequeña, chascosa de la cabeza a las patas y cuando prestaba atención levantaba solo una de sus orejas, mientras la otra permanecía recostada sobre su cabeza.

No había manera de enseñarle a que sus necesidades fisiológicas las hiciera en una cajita de tierra, como los gatos. La perra ensuciaba cualquier parte de la casa y esa era algo desagradable y  de mi entera responsabilidad.

Hasta que aprendió a esperar a que la saque a pasear por los jardines y se acostumbró a ocuparse entre las plantas, principalmente geranios.

Los gatos me buscan cuando quieren comida o algo de compañía, pero generalmente hacen su vida de manera muy independiente, no necesitan estar al lado de nadie y en cambio la perra estaba siempre conmigo, a mi lado y eso me resultaba incómodo.

Subía y bajaba los tres pisos a una velocidad supersónica y a diferencia de los gatos le gustaba salir del departamento para corretear por los parques y yo debía andar cerca, hasta que sucedió lo inevitable cuando se reunió con otros perros.

Al poco tiempo le creció la barriga y tuvo cachorritos hermosos como ella y ante la imposibilidad de criarlos en el poco espacio de la vivienda, tuvimos que optar por una salida que asegurara la sobrevivencia de todos ellos.

Cri Cri y sus críos fueron regalados a una amiga dueña de una chacra en Magollo, donde supongo seguirán existiendo descendientes de la única perra que tuve en mi niñez.

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