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sábado, noviembre 23, 2024

LA CONSPIRACION 2

Señor. No ignora usted que en la actualidad preocupa vivamente la atención de mi gobierno la discusión de la cuestión de límites que desde largos años existe

entre Chile i la República Argentina. El gobierno de Chile ha simpatizado con la idea de poner término a esas diferencias,

mediante una equitativa transacción que permitiera dividir entre ambas repúblicas los territorios cuestionados; pero esa idea

se ha visto contrariada por las desmedidas pretensiones del gobierno argentino, el cual afecta desconocer nuestros títulos, i

reclama como de su exclusivo dominio toda la Patagonia i gran parte del estrecho i tierra del Fuego. Para hacer conocer a

los gobiernos extranjeros i a la opinión ilustrada de la América los respetables títulos con que el gobierno de Chile justifica

Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

Argentina, ganaba la soberanía sobre la Patagonia chilena, como señala (E. Barba 280) en 1874 a 1881, con el proceso histórico llamado «La Guerra de los Mapas»; por su parte,

(Porras Barrenechea 102), indica que: «la situación del Perú, Bolivia y Chile, previo al conflicto del 79, determina como factor  fundamental, el “estancamiento” de la Alianza Defensiva entre Perú, Bolivia y Argentina ante los problemas limítrofes que presentaba Chile con Bolivia y Argentina, que terminarían generando el Protocolo y Tratado de límites entre Chile y Bolivia de 1874».

Para (Wieland Conroy 94), este componente de manipulación gestada desde ciertos sectores del Perú, en relación al Tratado Defensivo de 1873, como una excusa para fomentar un conflicto con ambos países; y añade – al desarrollo de acciones que dieron origen a la guerra-, las «circunstancias anexas» a la génesis del conflicto resultaban ser meras “justificaciones” para un plan preestablecido por Chile, el cual, tenía como fin, la usurpación

por vía violenta de las riquezas naturales y producción salitrera de la costa sur del Perú y oeste de Bolivia. 3.3. De los impuestos al inicio del conflicto entre Chile y Bolivia Desde el año 1872, el gobierno boliviano, empezó a establecer mecanismos jurídicos para

recomponer el alicaído régimen fiscal boliviano, los impactos de los movimientos telúricos de 1868, 1874 y 1877, promovieron que el estado estableciera competencias especiales para el cobro de impuestos desde el gobierno municipal, (Querejazu Calvo 79-82) señala que para el año 1873, la Compañía de Ferrocarriles y Salitres de Antofagasta, pueda contribuir con el desarrollo de los departamentos litorales bolivianos, especialmente el de Cobija y el recién creado distrito de Antofagasta, el gran terremoto de Cobija del 25 de octubre de 1874, dañó gravemente la infraestructura portuaria y urbana de los distritos litorales de Bolivia, motivo por el cual, el Consejo Municipal de Cobija aprobó con fecha del 01 de junio de 1875, el impuesto municipal de tres centavos al quintal de salitre, en base al dispositivo legal del 22 de noviembre de 1872, con lo cual, Consejo Municipal de Antofagasta, impone un tributo de tres centavos al quintal de salitre para la refacción del alumbrado público y los puertos dañados por los terremotos y maremotos de 1868, 1874 y 1877; este impuesto y su cobro, generaron el airado reclamo por parte de George Hicks, quien era dueño y  administrador de la Compañía de Ferrocarriles y Salitres de Antofagasta, quien, elevó su contestación de rechazo al pago de dicho impuesto a la Junta Municipal del distrito litoral boliviano de Antofagasta, el señor Hicks, se negó a dicho pago, a pesar de que era consciente de que la infraestructura de los puertos de Bolivia, eran necesarios para el mantenimiento de su operación comercial, en la explotación y embarque del cotizado salitre. sus derechos a la parte austral del continente, ha querido este ministerio hacer uso de los importantes folletos que usted escribió, por encargo de uno de mis antecesores, i en los cuales consignó usted en los años 1853 i 1855, el resultado de sus laboriosas e ilustradas investigaciones».

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La negativa de Hicks, no fue muy bien vista por el alcalde y el tesorero fiscal boliviano de Antofagasta, por lo cual, se procedió al arresto del empresario, quien, con una pequeña turba movilizada, instigó a las autoridades municipales, el escándalo fue mayúsculo, al igual que sus consecuencias en los años posteriores en las relaciones chileno-bolivianas. El prefecto de Cobija, don Anastasio Fernández, encargado de ejecutar el cobro de dicho impuesto municipal, elevó un informe a las autoridades centrales de Bolivia en Oruro para poner de conocimiento el incumplimiento de dicha contribución, como señala (Revest Mora 144)12; ante esta situación, el Consejo de Estado de Chile desconoció el impuesto municipal conforme a lo acordado al Tratado entre la empresa y el gobierno boliviano del 27 de noviembre de 1873. El reclamo de Hicks, fue atendido por el gobierno boliviano, por presión de su cancillería en La Paz, Bolivia; siendo declarado improcedente el cobro de impuesto municipal, mediante acto resolutivo del supremo gobierno boliviano de fecha 27 de agosto de 1875.

La Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, contrató al ex prefecto de la provincia litoral, don Ruperto Fernández para defender ante las autoridades bolivianas el reclamo de la empresa, con lo cual, Ruperto Fernández, apeló a los intereses comerciales de Hicks y del gobierno chileno. Valiéndose de lo establecido en el tratado de 1874, en la cual se declaraba la «libre exportación del mineral boliviano». Los servicios y artificios – en el caso de Ruperto Fernández -, no estaban a favor de los intereses de su patria, muy por el contrario, estaban a disposición de quien pagara más, el «candado jurídico» que ataba a Bolivia, mediante el Tratado de Límites de 1874, impedía que el Gobierno de Bolivia, pueda ejecutar el cobro de impuestos para la mejora de la infraestructura pública dentro de sus provincias litorales; este problema, derivado de la Medianería, aceptado por el presidente Melgarejo en la negociación del Tratado Baptista-Walker. Para mayo de 1875, nuevamente se efectiviza el tributo de tres centavos ante ausencia de acto resolutivo total, por parte del senado de Bolivia, el Consejo de Estado de Bolivia, encabezado por Serapio Reyes Ortiz – quien fuera posteriormente vicepresidente de Bolivia- , rechazó el decreto, por considerarlo ilegal e improcedente. basándose en que la Resolución Municipal estaba en contradicción con la transacción de noviembre de 1873 y el tratado límites de 1874, como refiere (Quejerazu Calvo 83). Los posteriores sismos de 1876 y 1877 hicieron que el Consejo Municipal de Antofagasta, solicitara al supremo gobierno de Bolivia a tomar las acciones legales para efectivizar tributo alguno a las empresas de capitales chilenos en los departamentos litorales de Bolivia; el gran terremoto del 08 de mayo de 1877 generó que algunos diputados bolivianos retomaran la causa de la renegociación del Tratado Baptista-Walker de 1874; y establecer condiciones menos flexibles a la «medianería» heredado del Tratado Corral -Lindsay de 1866.13.

12 Op.Cit.: Esta corporación cree que imponiéndoles una contribución de tres centavos por cada quintal de salitre que exporte, se podrá salvar el déficit del presupuesto municipal, atendiéndosele algunas mejoras; y la compañía pagaría de este modo el deterioro que cause a la población con el tránsito de sus trenes por las principales calles. – citando a Quejerazu 13 El 08 de mayo de 1877, los tres puertos bolivianos, los del Norte de Chile y el sur del Perú, sufrieron la devastadora tragedia de un terremoto y entrada del mar. (…) El pueblo de Mejillones, Pica, Iquique y Arica, quedaron destrozados… el 22 de octubre de 1877 la junta “ordenó” y “mandó” a la “Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta” el adeudo de Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

Los problemas político-sociales que se ocasionaron en Cobija, Mejillones y Antofagasta – cuya población era mayoritariamente chilena-, por el cobro de impuestos; y la renegociación del Tratado de 1874, conllevaron a que la Junta Municipal de Antofagasta desistiera del cobro a la Compañía de Ferrocarriles y Salitres de Antofagasta; y otras empresas de capitales ingleses y chilenos; la compañía, a fin de mejorar las relaciones entre la empresa y el gobierno de Bolivia, donó una ingente cantidad de dinero para la reparación de la infraestructura pública de estos poblados.

El 20 de diciembre de 1877, el diputado Francisco Buitrago consideró nula la transacción de 1873 y propuso agregar un impuesto de 10 centavos a cambio de aceptar su legalidad; por este motivo, el gobierno de Hilarión Daza, el 14 de febrero de 1878, mediante decreto aprobado por la Asamblea Nacional de Bolivia, aprueba el impuesto de 10 centavos por quintal de Salitre, como señala (Polo 83-84).14, ante esta situación de desconocimientos de los Tratados de límites entre Chile y Bolivia, el gobierno de Chile envía al ministro Videla exigido seriamente a la cancillería de Bolivia una respuesta categórica, la presencia del Blanco Encalada en la bahía de Antofagasta fue reclamada el 20 de enero de 1879. La

respuesta del señor Videla, de forma poco presurosa, y hasta dilatoria lo siguiente: “No tengo inconveniente en declarar que la presencia del Blanco Encalada en la bahía de Antofagasta no tiene el significado, ni el objeto que V.S. le atribuye”. En respuesta al ministro Reyes, Canciller de Bolivia. Si la presencia de uno de los principales buques de la armada de Chile, no fuera un abierto mensaje beligerante para el estado boliviano, ¿Qué era? Atrás habían quedado los solidarios años en que el mismo buque fuera a prestar ayuda y socorro a la población del litoral boliviano como consecuencia del terremoto de 1877. La guerra, como otros males, se disfrazaba de copiosas y dilatorias interpretaciones. En Bolivia, la situación no era nada cómoda, Daza, consciente de las  circunstancias que ponían la soga al cuello al pueblo de Bolivia, evitó mayor contestación a la opinión pública, de la que ya se sabía en la prensa local e internacional. Para Daza – quizás – la Misión Lavalle era el último parapeto – por la vía pacífica-, que evitara una guerra con Chile, guerra de la cual, se sabía que iba a ser el menos favorecido. Daza, no fue consciente de las consecuencias que tendría la orden que emitió al Prefecto, don Severino Zapata, orden, la cual comprendía el cobro a la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta; siendo, esta última, la que contaba con el respaldo de la política chilena y del candado jurídico, interpuesto en el Tratado de Límites de 1874, era pues, que Bolivia, tenía todas las condiciones para perder. ¿Qué motivo a Daza al establecimiento del impuesto de diez centavos al quintal de salitre?, ¿Era consciente que la bravuconada diplomática iba a tener grandes consecuencias para Bolivia? Cierto es, que el Tratado negociado por Melgarejo era desventajoso para Bolivia, tanto de forma como de fondo; sin embargo, aceptó. Los 1600 bolivianos para la reparación de los pueblos litorales. (…) el 19 de diciembre Franklin Álvarez propuso la contratación vía empréstito para la reparación de los daños generados por el sismo de mayo de ese año. El diputado Francisco Buitrago propone a la Asamblea Nacional de Bolivia el cobro de “diez centavos” por quintal de salitre a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta.

14 «(…) Ante semejante presión no podía el Gobierno de Bolivia seguir tratando el asunto de manera “pacifica”. Por su parte Chile, por medio del señor Videla indicó que era una operación común que los buques calen en la bahía. (…)»R.evista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

condiciones de la negociación, no han sido observadas como una consecución de actos, hechos y actores, sea pues, que, un factor cuantificable era la gran presencia de población chilena en la zona; y la nueva organización territorial por parte del estado boliviano en el departamento litoral. Recordemos, que la creación de la prefectura del departamento litoral se dio a partir del año 1868, anterior a esto el departamento que contenía los estancos de Camarones. Cobija, Mejillones, Tocopilla; y por supuesto, la recientemente creada jurisdicción de la ciudad de Antofagasta. La medianería era pues, un punto en discordia, sobre todo por el establecimiento de compartido de los recursos minerales a explotar y comerciar entre los paralelos 23° y 24°. El 01 de febrero de 1879, Daza, emitió el Decreto denominado “reivindicación de las salitreras”, el cual, establecía como eje central la legalidad del decreto de 1878, donde se imponía el incremento de la tasa tributaria del blanco mineral; Bolivia en efecto cumplía con dos condiciones – desde lo teórico -, para imponer dicho impuesto, los cuales eran: la soberanía y la auto regulación; sin embargo, del mismo modo, Bolivia carecía de dos hechos factuales, los cuales eran: el Tratado de 1874 – con la medianería -, y la posición de facto del territorio; recordemos pues, que para aquellos años, no contaba con mayor presencia demográfica en el territorio, las autoridades civiles, era elegidas por la población mayoritariamente chilena; había una autorregulación hacia la autoridad por parte de esta población reasentada. La figura del estado boliviano, era un mero espejismo legal; lo que fue muy bien aprovechado por Chile; la enjundiosa situación terminó por corroborar la incomodidad de Chile ante esto, por lo cual, el día 08 de febrero de 1879, el representante del gobierno chileno remitió dicha información a su Cancillería, siendo esta la que comunico a la Cancillería de Bolivia, sobre la necesidad de ingresar a un arbitraje. Este arbitraje, tenía que ser llevado por una tercera potencia, como lo establecía el Tratado de 1873; a sabiendas, de lo que se sabía, sobre el tratado defensivo de 1873, era pues, ¿el Perú o Argentina los llamados a buscar una solución consensuada?, naturalmente, lo eran, al igual que Brasil, sin embargo, Chile, ha mantenido durante muchos años que este tratado – refiriéndonos al Tratado de Defensivo-, era para emprender acciones beligerantes contra Chile; lo cual, no fue así. Como explicamos anteriormente, el Tratado de 1873, tenía como finalidad la resolución de conflictos y la defensa de los intereses diplomáticos de los miembros, llevando la mediación como fuente de defensa; y que buscaba expandirse a más países de la región, a fin de evitar conflictos entre las nuevas republicas, que tenían como consecuencia de los procesos de independencia, limites poco claros; siendo, la última ratio, la unión militar para responder el ataque a los consorciados. Chile, no optó por mejor salida que establecer un plazo de 48 horas para que Bolivia diera respuesta, como refiere (Machuca61).

El retiro del Canciller Videla de La Paz, trajo como consecuencia que el 07 de febrero de 1879, el Blanco, estableciera posición de resguardo y contramedidas, en caso de necesidad; esta necesidad, estaba dada a una supuesta respuesta por parte del Gobierno Boliviano contra la población civil chilena que vivía en Antofagasta, cosa que no sucedió .Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

 

En La Paz, la atención estaba puesta en otros menesteres menos belicistas, sin considerar, que el gobierno chileno estaba movilizando tropa a Calera, bajo la orden de estado de alerta a la decisión que tomara el Alto Mando, entiéndase, invasión al territorio boliviano. El ministro Belisario Prats de chile, extiende una comunicación al ministro de Guerra y Marina de Chile, el señor coronel Saavedra, en la cual indica: «(…) yo por lo que a mi hace, exijo, si es preciso que en el acto se disponga de todo para la ocupación de Antofagasta y que se haga efectiva si no se suspende el embargo y vuelve todo al estado anterior (…)», como señala (Bulnes 172), esta tensa situación de preparación pre guerra, fue ampliamente discutida por el Senado de Chile, las actas de  sesiones de dicha institución, señalan las cartas y ordenanzas para implementar a las unidades y movilizar recursos propios de una campaña militar. ¿La acción de Chile, iba en contra de su pedido de mediación? ¿Las gestiones que pretendía ejecutar el ministro Lavalle era netamente dilatorias a los propósitos chilenos?

En razón a los hechos, es que, puede sostenerse, que el gobierno de Chile, había declarado la guerra de echo. El Consejo de Gabinete, envió la orden a las tropas chilenas apostadas en Calera, indicándole la movilización de los blindados Cochrane y O ́Higgins al teatro de operaciones en Antofagasta. Chile, había mapeado el área de la medianería entre el paralelo 23° y 24°, consignando áreas de interés estratégico militar dentro del territorio boliviano; el día 14 de febrero de 1879, se había establecido el remate de las salitreras por parte del Decreto emitido por el gobierno boliviano de fecha 01 de febrero de 1879. El día 13, las unidades recibieron la orden de movilización, las tropas acantonadas en Calera abordaron los blindados chilenos, emprendiendo humos al norte de dicha posición. En la madrugada del día 14, en el horizonte de la rada de Antofagasta, se transfiguran las siluetas de tres buques, eran el Cochrane, O ́Higgins y el Blanco Encalada, el peonaje chileno, corría la noticia de la llegada de los blindados a dicha ciudad boliviana, a las 08.00 a.m. el coronel Sotomayor, a cargo de la armada chilena, emite una carta conminatoria al prefecto, don Severino Zapata, en la cual indicaba, la toma indefectible de la ciudad por parte del ejército chileno; el prefecto Zapata, respondió la misiva con una queja formal de protesta, la población chilena asentada en la ciudad, empezó a movilizarse, motivo por el cual, el

Prefecto Zapata tuvo que refugiarse en la Casa del Cónsul Peruano en Antofagasta; luego de una aproximación hacia los bajos de la rada del puerto, las lanchas empezaban hacer los izajes de desembarco, una a una, las lanchas iban tomando las costas bolivianas, los primeros soldados chilenos, fueron recibidos entre vítores y vivas por los peones chilenos en Antofagasta, como indica (Ahumada Moreno Tomo: II, 55-56).

La comunicación de la ocupación de Antofagasta. Algunos ciudadanos chilenos que habían sufrido ataques por los efectivos policiales bolivianos, intentan arreglar cuentas con ellos, en las pulperías de la zona, se asesina a un gendarme boliviano, en una reyerta con peones chilenos, los oradores chilenos Evaristo Soublette, Román Arancibia y Marco Antonio Andrade, realizan discursos encendidos mientras pasan las tropas chilenas a tomar el control del puerto, muchos de estos discursos generaron el incidente contra el efectivo

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boliviano, en una de las partes del discurso los oradores indican: «Sed generosos, hermanos, compatriotas, ahora estáis en vuestra patria, en esta sagrada tierra chilena» [Op.Cit. (Machuca 26)].

El gobierno peruano, en este periodo trataba de consensuar una salida rápida al problema, el ministro Paz Soldán y Unánue, representante peruano de comercio en Chile, indicó por medio carta al gobierno de Chile, como refiere la carta del agregado comercial del Perú en Viña del Mar, don P. Paz Soldán i Unánue al ministro Yrigoyen del 14 de febrero de 1879, la cual es transcrita por (Yrigoyen 268-269)15.La carta de Paz Soldán, demuestra la voluntad irresoluta de Chile, a tomar las armas, de la forma que fuere, tenía que apoderarse del territorio litoral de Bolivia o, quizás, era un mensaje velado hacia el Perú, cuyas salitreras fueron nacionalizadas por el Manuel Pardo; algunas voces discordantes en Bolivia sobre la acción peruana durante la negociación de mediación con Chile, al respecto (Blanlot Holleyse 241), quien indica: «El Tratado es de una limitada minoría, convertida en pacto internacional por las bayonetas de ocupación. Será Chile tratando con sus representantes en el Perú; i este tratado no podrá ser obligatorio por la nación peruana, durará lo que dure la ocupación (…)»; en contraste a lo indicado por (Blanlot Holleyse 241), el libro «La Perfidia Chilena», nos brinda datos adicionales a este

problema16.En Antofagasta el ciudadano chileno, don Nicanor Zenteno, es nombrado como Gobernador de aquella ciudad el 19 de febrero de 1879, reorganizando las tareas político- administrativos en el territorio litoral boliviano. El prefecto Zapata, hasta ese entonces refugiado en la casa del Cónsul Peruano, recibe el apercibimiento del coronel Sotomayor, con el fin de que pueda retirarse a Cobija; el ejército de Chile garantizaba su seguridad personal, una medida de “cordialidad” ante la invasión de Bolivia por parte de Chile. con la creación del nuevo esquema administrativo, se estableció la necesidad de generar unidades militares propias de la zona, la población chilena residente en Antofagasta conocía muy bien los aspectos geográficos de la zona; y porque no decirlo, también a los bolivianos que resistirían la invasión por parte de Chile; motivo por el cual, se crean los denominados «Batallones Cívicos», compuestos principalmente por ciudadanos chilenos residentes en los 15 «Señor Ministro: Al cerrar mi única nota del vapor pasado N°37, recibí una esquela de Valparaíso del señor Ministro de Relaciones Exteriores, suplicándome que pasara a verlo; con lo que confirme mi determinación de ir al puerto ese día, de que hablaba a US. En mi expresada comunicación. Contesté por telégrafo al señor Fierro, que dos horas después tendría su despacho (…) Así no tendrá disculpa el gobierno de Chile, ni ante propios ni ante extraños, si la precipitada medida de ocupar militarmente el litoral boliviano hasta el grafo 23° le trae algún descalabro o graves complicaciones como era muy de temerse. Nada costaba tentar el medio conciliatorio de los buenos oficios sobre todo del Perú, que para Bolivia habrían sido muy atendibles. Si no se llegaba a una solución pacífica, siempre se ganaba tiempo, el mismo procedimiento de la fuerza, prematura hoy, y que ha disgustado a personas sensatas, y aun el Cuerpo diplomático de aquí [Ref. Chile]. El señor Fierro se negó a aceptar los buenos oficios del Perú, con invariable, aunque cortés firmeza, sin que ésta decayera un solo instante ni en visita de la seguridad que le di yo de proceder con rapidez, ni de los temores que con toda sagacidad le

manifesté, por los resultados que iba Chile. Se conocía que la resolución del Gobierno de Chile era inflexible, aunque repentina».

16 Op. Cit. p.21: «(…) El Perú, procediendo con la lealtad que le caracterizaba, accedía á las más insignificantes como á las más trascendentales modificaciones ó aclaraciones exigidas por la mala fe chilena. Aun desde pues de transcurridos los plazos tan largos como el de diez y siete meses, sin que esta conducta consiguiera modificar los procederes de los tortuosos del gobierno de La Moneda, aprobando ó desaprobando los tratados, si así lo creía conveniente, como lo hacen los pueblos civilizados del resto del planeta; Chile consiguió siempre ser atendido benévola y cortésmente por el Perú. El procedimiento del mutismo adoptado poder ser calificado, por su reincidencia, los más depresivo e injurioso (…) ». “La Perfidia Chilena”(1900). Autor Desconocido. Felix Lajoune editor, Buenos Aires, Argentina. p.21.

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territorios litorales bolivianos; la ocupación generó un extraño silencio en La Paz, silencio ,que, no necesitaba mayor inteligencia para entender lo que decía entre líneas, no hacían faltas cartas diplomáticas, propias de las formas y buenos modos que imperaban en la época, pero que evidentemente no se ejercieron, como lo refiere (Pinochet Ugarte, Augusto).

El presidente boliviano Hilarión Daza, al enterarse de la ocupación del litoral boliviano por parte del ejército de Chile, dio acciones dilatorias, debido a una simple y lamentable acción, muy propia de la idiosincrasia de los dictadores, que era poner en la balanza el granjear a la opinión pública, por sobre la realidad. Hecho el cual puede explicarse por la convulsa situación política de su país; y que tenía muchos detractores que buscaban el momento propicio para asestar un golpe y tomar por asalto el poder en Bolivia; la oportunidad para generar este lapso, entre la invasión y la comunicación, fueron las festividades de carnaval. La invasión del 20 de febrero de 1879, no fue comunicada hasta el día 26, fecha en

que se «enterraba el carnaval», como transcriben los documentos recopilados por el (Estado Mayor del Ejército de Chile 66) durante la campaña de invasión al territorio boliviano. Al día siguiente de la fecha de «entierro del carnaval», el General Hilarión Daza, hace una reunión publica en la plaza principal de la ciudad de La Paz, la reunión, convocó a cientos de personas, quienes, con los estragos de la fiesta, se encontraban embebidos en los sopores de la francachela. El general, comenzó con su alocución diciendo: «Queridos compatriotas y ciudadanos de la heroica Bolivia, el 14 de los corrientes dos vapores de guerra chilenos con 800 hombres desembarcaron y apoyados por un considerable número de gentes, depravados por la miseria y el vicio, asesinos de cuchillo corvo, se han apoderándose  de nuestros indefensos territorios de Antofagasta, Mejillones, por sorpresa y con alevosa insidia (…)», como transcribe de la prensa boliviana (Bulnes 164-165), La población, allí reunida, no dejó terminar el anuncio, y los gritos: ¡A la Guerra!, mientras vivaban a Bolivia, la muchedumbre, empezaba a movilizarse por las callejuelas empedradas de la Paz, no se hicieron esperar los: «!Muerte a Chile!». Para aquella época el ejército boliviano se encontraba con 1300 plazas, los cuales estaban distribuidos en los batallones «Los Colorados– quienes hacían las veces de guardia pretoriana del caudillo-, además de los Coraceros» y

«Húsares»; la fuerza de guerra boliviana, se encontraba desarticulada, en virtud, a que los anteriores caudillos de la altiplánica nación, habían tenido por costumbre, el hacerse de las fuerzas armadas para imponer su impronta política en contra de sus adversarios; en cuestión de días, debido a la movilización popular, se comenzaron a organizar cuerpos en diversas partes del país.

Las ricas ciudades de Potosí, Oruro, Sucre, Cochabamba y Tarija, pusieron a disposición de la causa nacional convocada por Daza ingentes recursos humanos y materiales; la aristocracia boliviana, se allanó a los mandatos que exigía la defensa del territorio litoral, no hubo diferencias de clase social ni identidad política, muchos enemigos de Daza, se aprestaron a formar parte de las fuerzas de defensa. Por un breve instante parecía que Bolivia conseguía la tan esquiva unidad. El entrenamiento de las unidades civiles hechas

militares fue improvisada, el rápido devenir de los hechos apuró la formación de lo otrora Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

 

aristócratas y campesinos, en menos de dos meses, el ejército boliviano, movilizó las tropas al territorio litoral, los mismos que iban acompañados por un contingente de igual número de mujeres y comerciantes, estos últimos, servían como soporte y columna vertebral del ejército de campaña. El 1 de marzo de 1879, el presidente Daza hizo expulsar a los ciudadanos chilenos de las ciudades de Oruro, Huachaca y Corocoro, haciéndose más hostil la situación; en contraparte, Chile, envió a los territorios litorales de Bolivia, capturados desde febrero, al ministro de Marina y Guerra, junto al contraalmirante Williams Rebolledo, quien era jefe de la escuadra chilena, el ejército ocupante se aprestaba a suprimir cualquier intento – por parte de Bolivia -, de recuperar su territorio, la fuerza ocupante chilena, empezó a establecer las fortificaciones y emplazamiento de artillería naval y de campaña en el territorio ocupado. Las autoridades militares chilenas recibieron las noticias de que el ejército boliviano se desprendía desde el altiplano hacia el litoral, con una probable concentración hacia la localidad de Calama, para marchar contra Antofagasta, Caracoles y Mejillones, en palabras del coronel Saavedra, era preocupante la concentración del ejército de Bolivia en las inmediaciones de Calama, motivo por el cual ordenó la ocupación de este territorio por parte del ejército de Chile. Los debates en los Senados de los países y los indirectamente intervinientes generaban rápidas y continuas sesiones secretas sobre la potencia guerra – no declarada -, que se estaba gestando en el Pacifico de América del Sur, iban atrayendo la luces a lo que acontecía en Calama y Tocopilla, la opinión pública en Chile estaba divida por las corrientes que tomaban los hechos y las consecuencias que con ella traería; para algunos diplomáticos chilenos; la impronta generada por la situación de la Argentina con el tratado defensivo de1873, generaba la preocupación, por cuanto, la invasión a Bolivia podía generar un segundo frente, el frente cordillerano, con un país militarmente mejor equipado y preparado, la inteligencia y la diplomacia chilena, se reunían en secreto en Sao Paolo con las autoridades brasileras, con el fin, de evitar a toda costa la participación de Argentina en el Conflicto; por su lado, Brasil, remitía notas diplomáticas a su embajada en Quito con el fin de generar un frente adicional, en caso de que la república del Perú tomara la iniciativa de ataque en concordancia a la alianza con Bolivia. Las fichas se movían en el tablero de ajedrez que se había convertido el continente; los jugadores (Chile y Bolivia) movían sus piezas, teniendo las de ganar Chile.

El 20 de marzo, mediante un movimiento envolvente la escuadra y el ejército de Chile toman Calama y Tocopilla, los civiles bolivianos en la zona, empezaron a inhabilitar los puentes de acceso a este último pueblo, buscando retrasar el contundente avance del ejército chileno; el doctor Ladislao Cabrera quien era un hombre connotado en la ciudad de Calama – y opositor político de Hilarión Daza; y ex colaborador chileno, como refiere (Vicuña Mackenna 283-291), el cuerpo boliviano organiza un pequeño destacamento de 135 personas, con armamento improvisado, resistiendo la intimación que le hiciera el Capitán Espech, el día 18 de marzo de 1879, conminándole a rendición como se manifiesta en su Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

 

comunicación al doctor Cabrera, transcrito p (Ahumada Moreno Tomo VIII, 75), donde transcribe la carta de Antonio 2°Marrazi a Jorge Frederick del 21 de marzo de 1879, en donde se relata los acontecimientos ocurridos en Calama. Las acciones en el poblado de Caracoles, cae indefectiblemente por la superioridad numérica el día 19 de marzo de 1879, por más buenas y valederas intenciones del señor doctor Ladislao Cabrera de mantener la posición, el día 21; y ante la comunicación realizada por el alto mando a las unidades de avanzada del ejército y tierra de Chile, se emprende la expedición sobre Tocopilla y Calama. Las fuerzas chilenas habían sido reforzadas con peones chilenos de la zona, quienes se ofrecieron de voluntarios ante el ejército invasor. El trayecto para la invasión de las localidades estaba planteado en 03 fases, a sugerencia de los otrora mineros, que se convertirán en prácticos de la fuerza ocupante. Sobre la toma de Tocopilla, el señor, don Antonio 2° Marazzi, oficial de la fuerza de ocupación chilena y su cuerpo de Marina, lo que era evidente para las fuerzas de ocupación chilena en territorio boliviano, es que la guerra con el Perú, se iba a desencadenar tarde o temprano; y que el plan de acción consideraba este escenario17. Sobre la carta interceptada a Daza, sobre la conducta del Cabrera, hay que precisar algo que indica Vicuña Mackenna; refiriéndose a las relaciones que tenía el doctor Ladislao Cabrera y el Prefecto Zapata, a quien trató abiertamente de: Cobarde y tibio en su respuesta a la invasión, agregando a la cita, que: – en palabras de (Vicuña Mackenna 285-287)-, «Prefirió la modorra de una poltrona en Cobija que a responder las necesidades urgentes de la patria, está acostumbrado [Ref. a Zapata] al botín de su patrón [Ref. Daza], el cual está acostumbrado a botar de un puntapié o fusilar a sus ministros»; el Prefecto Zapata, no podía hacer más, aparte de esperar. el espionaje chileno, había interceptado comunicaciones clave de la respuesta militar de Bolivia en el litoral, mucha de esta infiltración de comunicaciones y ordenanzas fue hecha desde la misma capital, ¿Quién odiaba tanto a Daza qué era capaz de poner en riesgo a Bolivia? bueno, la respuesta es simple y no muy compleja de decir, había muchos sectores políticos en las clases civiles, comerciales y militares de la sociedad boliviana que tenían aversión al dictador boliviano, con anteriores nexos cercanos a la política chilena y a sus sectores empresariales, los mismos que dominaban el ámbito político de ese país, como señala (Dámaso E. 22-24).

Por su parte (Arce, Aniceto 21) señala los problemas políticos que circundaban a la incapacidad de organización del ejército y gobierno de Bolivia para responder la invasión chilena, el autor, señala directamente la responsabilidad e incapacidad de Hilarión Daza, para 17 «Tu carta del 19 del presente la recibí en dicho puerto, del cual lugar nos hallamos en posesión desde hace dos días.

Igualmente sabrás a la fecha de la toma i ocupación de Cobija. Ambos actos han sido llevados a cabo sin resistencia (lo que siento) porque todos los bolivianos armados han tocado reunión en Calama, punto de gran importancia para su posición estratégica. Este último ligar, digo mal, en este último puerto (Cobija) interceptamos una carta de Daza al Prefecto de la Provincia, en el que lo trata de Cobarde i le dice que antes de arriar el pabellón debió a ver incendiado las poblaciones del Litoral, pero que la cosa no tiene remedio que se vaya a Calama con todos los hombres disponibles para lavar con sangre la afrenta recibida por los chilenos. Él viene con 2000 hombres [Ref. a Daza]. El día que dejamos a Antofagasta salían para Calama 1000 hombres de todas las armas, a fin de tomar posesión de él. En dos días más debemos tener noticias, porque el almirante [Williams Rebolledo] mando un propio a informarse. De aquí hay 35 leguas. En estos puertos tenemos 400 hombres, fuera de la tripulación. Nosotros debemos salir hasta la desembocadura del Loa en busca de armas, que se dice deben llegar para los bolivianos. El Tolten fue a Iquique a ver si es verdad que la escuadra peruana está en ese puerto. (…)

Del Perú, nos llegan noticias más o menos alarmantes; pero aún no se deciden, lo que por cierto siento mucho [Refiriéndose al ingreso a la guerra por parte del Perú]» – Ahumada Moreno, P. 1896. Tomo VIII. P. 75. . Carta de Antonio 2°Marrazi a Jorge Frederick. 21 de marzo de 1879.Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

dar respuesta contundente al problema, no cabe duda, que la fiera resistencia boliviana en el Topater, fue un hecho cierto, se conjuntaron otrora enemigos políticos por la causa boliviana, lamentablemente, la suerte estaba ya echada, la guerra había sido iniciada, con la toma de Calama y la ocupación chilena de varios otros poblados del desierto litoral boliviano como Chiu-Chiu y Quillagua, se generó la llamada «Línea del Loa»”, como frontera de facto entre

Chile y Bolivia, el presidente de Chile, don Aníbal Pinto, en su informe al Consejo de Ministros de Chile, señala:«La guerra con Perú, en el caso de que este se decidiera ponerse del lado de Bolivia, será marítima mientras nosotros no vayamos a buscarlos. Por mar no podían venir mientras no destruyan a nuestra escuadra y en el caso que lo consiguieran, lo primero que deberíamos hacer es retirarnos de Antofagasta. (…) agresión del interior [desde Bolivia] no debemos esperarla. La primera campaña con el Perú será marítima, vencedores nosotros en el mar, el campo de batalla será el Perú».18. Lo descrito por Sotomayor, era pues, una visión de la política de Chile en relación al Perú, la próxima conflagración, era indefectiblemente un escenario contra el Perú. Calama,  Antofagasta y todo el litoral boliviano era un mero trámite para continuar la campaña al norte ,a los yacimientos salitreros peruanos de Tarapacá; al respecto el investigador boliviano (Abasto Flor), quien indica: «El Perú, era consciente de la gravedad de la situación, debió establecer sus fuerzas en la proximidad de la zona en conflicto [Calama] la cercanía entre Tarapacá y Calama, permitía un rápido movimiento de las tropas ¿Por qué no lo hizo?»19.

La pregunta de Jorge Abasto Flor, es respondida – en parte -, por la carta de Sotomayor a Aníbal Pinto, sin embargo, hay que considerar las otras circunstancias dentro del propio Perú, las cuales eran: una desarticulada marina, debido, principalmente, por la falta de modernización del material de guerra; los conflictos internos generados por las rebeliones de Piérola y otros caudillos que infiltraron a las fuerzas armadas con su política partidaria, mediante la creación de puestos de comando por civiles anexados como oficialidad, dejando de lado a los oficiales de carrera de lado, muchos de ellos, como el caso del mismo Francisco Bolognesi Cervantes, entre otros muchos, quienes se replegaron a la vida civil.

Lo mencionado por (Ricardo Luna 39-40) y (Caivano 118) permite establecer las líneas de la acción de Nicolás de Piérola y sus partidarios antes del inicio formal de la guerra,

el autor señala, que, en Tacna en el mes de marzo de 1879, el doctor Mariano Donato Muñoz y el coronel graduado Juan L. Muñoz, iniciaron acciones de sublevación contra el gobierno constitucional de Mariano Ignacio Prado20, permite inferir las acciones de dilación y coparticipación de Piérola con la clase política chilena para la desestabilización interna del Perú en circunstancias previas al inicio de la Guerra. Entre diciembre 1878 y enero de 1879, 18 Véase. Bulnes, G. (1911). Guerra del Pacífico: de Antofagasta a Tarapacá. pp. 180-181. 19 Abasto Flor, J. (04 de febrero de 2021). Antofagasta ¿Invasión o Reivindicación? – Guerra del Guano y el Salitre –Guerra del Pacífico. Asociación de Estudios Históricos de Tacna – AEHT, entrevistador.

20 Carta del Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Bolivia al Ministro Plenipotenciario del Perú de fecha 22 de abril de 1879. Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

 

generaban grandes tensiones entre los tres países; por un lado, Chile y Bolivia, con un bloqueo de facto por parte del primero; y por el otro lado, el Perú, quien era consciente de su desventaja de poder naval, ante la incorporación de blindados recientemente adquiridos por

Chile.

3.4. La Fallida Misión Lavalle

Los días que transcurrían entre diciembre 1878 y enero de 1879, generaban grandes tensiones entre los tres países; por un lado, Chile y Bolivia, con un bloqueo de facto por parte del primero; y por el otro lado, el Perú, quien era consciente de su desventaja de poder naval, ante la incorporación de blindados recientemente adquiridos por Chile, el ministro Lavalle, salió del Callao con dirección a Valparaíso el 22 de febrero de 1879; en la comitiva diplomática iban el secretario Javier Casos y el hijo de Lavalle, el teniente Hernando Lavalle, siendo el 04 de marzo desembarcan en Valparaíso, siguiente inmediatamente camino a Santiago, con la finalidad de conferenciar con el presidente Bulnes y el canciller chileno Godoy; había información que a la comitiva peruana le esperaba una turba que planeaba atacarlos en el hotel donde se alojaban, la misión de mediación, parecía haber fracasado antes de haber empezado Lavalle y su comitiva, estuvieron en Santiago hasta el día 04 de abril de 1879.

En este periodo entre febrero a marzo de 1879, el gobierno de Chile a través de su Ministerio de Marina, habían cursado sendos documentos al Ministerio de Hacienda, a fin que se entregue recursos para ampliar la campaña de bloqueo, en previsión de extender operaciones navales y militares21, las sesiones de carácter reservado del Senado de Chile, dan cuenta, que la movilización de personal y escuadra estaba comenzando, de forma

acelerada y simultánea a la llegada del ministro Lavalle; iniciando sus gestiones el día 11 de marzo de 1879 con una primera audiencia con el presidente Aníbal Pinto, y una posterior con el Canciller Fierro. En la primera, Lavalle puso en relieve la importancia de desocupar previamente el litoral boliviano, conforme al pedido hecho por el embajador Lanza en nota diplomática al embajador peruano en La Paz; este pedido, fue de conformidad a las instrucciones expresadas en la conversación en Lima con Godoy y el Presidente Prado; la finalidad de esta acción, era allanar el camino a una negociación de buena voluntad entre los  conflictuados, lo cual, no sucedió; pero recibió la respuesta siguiente: «Chile lo que ocupaba era un territorio que estimaba propio y al que siempre se había considerado con derecho y ejercido en él jurisdicción, territorio que había cedido a Bolivia en 1866», bajo de ciertas condiciones, que, no habiéndose llevado por Bolivia, obligaron a Chile en bien de la paz, a sustituir por otras condiciones más fáciles de llenar y sumamente generosas, en 1874 que no habiendo Bolivia llenado esas, sino antes bien violándolas abiertamente, Chile reivindicaba sus cedidos  21 Cfr.. Libro de Sesiones del Senado de Chile de 1879-1880. Revista del Archivo Regional de Tacna. Vol.01, N°04. 2001.

 

derechos y se volvía a colocar en el punto en que se encontraba en 1866, en la segunda reunión con Fierro recibió el mismo tenor, en la cual indicaba que la guerra iba más ágil que las inútiles intenciones de consensuar la paz; los diarios de la época, en Tacna informaban, los acontecimientos de preludio al conflicto, las noticias que legaban por cablegrama a Tacna eran transmitidos a La Paz; y viceversa, la tensa calma que abordaba a todos, iba a decantar por desbordar el sentimiento popular, los residentes chilenos en Tacna y Arica realizaban operaciones de inteligencia para su país, dándose reclamos por parte de la colonia boliviana en las ciudades peruanas; la impresión de un escenario más complejo, era solo percibido en las más altas esferas del gobierno, el gabinete Prado, buscaba ganar tiempo para organizar un ejército maltrecho y poco preparado, los trascendidos de los preparativos hicieron eco en los diarios más importantes de la capital, como el “El Comercio”, quien informaba las gestiones de Lavalle el 01 de enero de 1879.

El presidente Prado, trató de ganar tiempo para reorganizar de forma precaria a las fuerzas de tierra y navales, buscando hacer operativos a los blindados en el Callao, la medida generada por la Misión Lavalle, fue generada para dicho fin, no llegando a completar el proceso de modernización y montaje de los blindados que debieran dar respuesta a la escuadra chilena. La situación peruana no era nada cómoda, tenía problemas de fondo y forma, que subyacían desde el gobierno de Balta y Pardo – de la cual Piérola era ministro de Hacienda, como señala (Barros Arana 26-27)22. En tal sentido, la guerra iba más ágil que las inútiles intenciones de consensuar la paz, como señala el mismo (Lavalle 54), el ministro Lastarria por encargo de Aníbal Pinto, le solicitó tanto al ministro Lavalle como al agregado Paz Soldán, que se retiraran de Chile; y que había un buque esperándolos en Valparaíso para su retorno al Perú, como señala (Wieland Conroy 97).23 3.5. El retorno de Nicolas de Piérola «El Califa» y el inicio de la caída

 

 

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