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sábado, noviembre 23, 2024

LA BALLENA

LA BALLENA
Una excursión a la playa La Ballena fue tal vez el primer paseo de aventuras que niños pequeños hacíamos fuera de los límites de La Lisera, La Lobita y Las Conchitas. Era comenzar a explorar nuevos mundos escondidos en los laberintos de la imaginación infantil.
Le pusieron ese nombre por el esqueleto de lo que fue un cachalote que varó el mar en los años 50. El cachalote es el animal con los dientes más grandes y su cabeza alcanza un tercio de la extensión total de su cuerpo que puede llegar a medir 20 metros de longitud y 50 toneladas de peso, mientras que las ballenas pueden medir hasta 30 metros y pesan el triple, pero no tienen dientes.
Llegar a esta playa nos trasportaba inmediatamente a un mundo de gigantes y las 20 mil leguas de viaje submarino que nos contó Julio Verne y los tres días con sus noches que pasó Jonás en el vientre de uno de estos gigantes.
Recuerdo haber visto miles de cangrejos naranjas confundidos entre sus restos y el grito de los más grandes para que no nos acerquemos demasiado, que era peligroso, no sé por qué.
Interesante y divertido era entrar a ese mar que generosamente ofrecía machas, enterradas a pocos centímetros de la superficie y extraíamos bailando el twist de Chubby Checker, para remover la arena con los pies. Era la música que estaba de moda y se escuchaba como novedad en las radios (que inventó el croata Nicola Telsa y no Marconi) portátiles a transistores, a pilas.
Debíamos agacharnos y sumergirnos muy rápido para sacarlas con las manos y llevarlas rápido al saco sostenido por una persona mayor que las juntaba para el almuerzo de ese día.
Pero no escapábamos a la tentación de comerlas ahí mismo, a la orilla del mar y sin más aderezo que el jugo de limón que algún precavido había traído en sus bolsillos.
El primer alimento que aprendimos a extraer del mar ahora ha desaparecido. La sobreexplotación de machas depredó ese recurso y es lamentable el poco esfuerzo que se hace por rescatarlas.
Otras ballenas sigue varando el mar, como la de la foto, en un proceso natural que tiene para deshacerse de esos enormes cuerpos que agitan la imaginación infantil.

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