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domingo, marzo 9, 2025

JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO Y SÁNCHEZ BOQUETE

José Mariano de la Riva-Agüero y Sánchez-Boquete fue el primero en ser llamado presidente del Perú (febrero a junio de 1823) y el primero en lucir la banda presidencial que hasta hoy es símbolo del cargo gubernamental.

Nació el 3 de mayo de 1783 en Lima y murió el 21 de mayo de 1858. El breve tiempo que ejerció la presidencia tuvo que enfrentar intrigas con paciencia y sabiduría.

La vida de Riva-Agüero estuvo enmarcada en un contexto de tensiones coloniales. Pertenecía a una familia aristocrática de Lima y fue un ferviente defensor de la independencia desde su juventud. Su experiencia en España durante la invasión napoleónica lo llevó a vincularse con logias masónicas que buscaban la emancipación de América.

Al regresar al Perú en 1810, se convirtió en clave de las conspiraciones anticoloniales. Se reunía en la Logia de los Copetudos y colaboró muy cerca a José de San Martín, que lo nombró prefecto de Lima y asumió la presidencia tras el primer golpe de Estado de nuestra historia.

Asumió la presidencia en febrero de 1823, tras el motín de Balconcillo, donde fue impuesto por el Ejército tras destituir a la junta de gobierno de José de La Mar. En el corto tiempo de su gobierno reorganizó el Ejército y encargó el mando al general Andrés de Santa Cruz.

Creó la primera escuadra peruana, a cargo del  Vice almirante Martín Guise y la Escuela Naval muy moderna para su tiempo, para garantizar una férrea defensa frente a los ataques realistas.

Adivinando nuevos ataques españoles demandó apoyo financiero a la Gran Colombia, Chile y Argentina mediante su ministro Mariano Portocarrero, quien consigue el concurso de Bolívar y sus tropas.

En junio de 1823, el Congreso lo reta abiertamente al conceder facultades extraordinarias a Antonio José de Sucre. No acató esa decisión y se embarcó a Trujillo para disolver el congreso que había trasladado su sede a esa ciudad. Esta situación favoreció la instauración de otro gobierno a cargo del marqués de Torre Tagle.

Los realistas volvieron a ocupar el Callao el 18 de junio de 1823 y precipitaron la caída de Riva Agüero. El Congreso volvió sobre sus acuerdos y encarga el poder a Sucre con lo que se marcó el fin de su gestión.

Entonces comenzó a negociar una tregua con las autoridades españolas, buscando oponerse a la sombra del gobierno de Lima, así como a las influencias de figuras prominentes como Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. El 25 de noviembre de 1823, fue apresado por oficiales bajo su mando, liderados por el coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien desobedeció la orden de fusilarlo y optó por desterrarlo a Guayaquil.

En 1826, Riva Agüero dio un giro inesperado a su vida al casarse con la princesa belga Carolina Arnoldina Irene de Looz Corswarem, miembro de una dinastía que había ocupado un ducado en el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico. Luego dejó Alemania y se estableció en Chile.

El gobierno levantó la proscripción y pudo regresar al Perú el 22 de octubre de 1831, recibido entre aplausos por numerosos seguidores. En 1832, logró una exoneración judicial de las responsabilidades derivadas de su conducta política, lo que le permitió ser elegido diputado por Lima a la Convención Nacional de 1833. Pese a este avance, su carrera se vería empañada por acusaciones de conspiración contra el gobierno de Agustín Gamarra, lo que lo obligó a un nuevo destierro en Guayaquil.

Se alineó con el gobierno de Felipe Santiago Salaverry y logró que se aprobara su reincorporación al ejército en 1834, recuperando el rango de Gran Mariscal. Durante este período, participó activamente en la guerra civil contra los gamarristas. Sin embargo, la inestabilidad política persistió en el país y, tras el golpe de Estado perpetrado por Felipe Salaverry en 1835, Riva Agüero fue nuevamente desterrado, esta vez a Chile.

 

Durante su estancia en este país, fue acreditado como ministro plenipotenciario por el gobierno de Orbegoso. En  Chile se vio involucrado en problemas de la política local que le exigieron ofrecer explicaciones públicas. Al finalizar su misión el 31 de julio de 1836, estaba en marcha la Primera Expedición Restauradora contra la Confederación Perú-boliviana, liderada por Andrés de Santa Cruz.

Riva Agüero retornó al Perú y fue designado presidente provisorio del Estado Nor-Peruano el 11 de julio de 1838, reemplazando a Orbegoso. Aunque ejerció su autoridad en un contexto de debilidad política, su mandato fue efímero, ya que llegó a su fin cuando se conoció la derrota de los confederados de Santa Cruz en la batalla de Yungay.

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