Son más tercos que las mulas, con el perdón de los cuadrúpedos que generalmente son muy trabajadores, los congresistas de la extrema izquierda por enésima vez fracasaron en su intento por censurar a la mesa directiva.
Nuevamente constataron que son minoría y por más berrinches que hagan, que es lo único que hacen bien en el parlamento, no consiguieron echarse abajo a la directiva que encabeza el general José Williams Zapata.
Anteriormente fracasaron varias veces con la directiva que presidió Maricarmen Alva, siempre con la idea escondida de tomar el poder por cualquier puerta.
Ahora se agarraron de los desayunos, la alfombra y los estacionamientos, que convirtieron en escándalos gracias a la complicidad de algunos medios de comunicación que gustan caer en el papel de tontos útiles.
Es el pedido de censura sustentado en esos escándalos, la mejor prueba del propósito escondido tras los últimos berrinches que se convierten en grandes titulares y hasta en supuestos atentados contra la libertad de prensa.
Tanto le duele a la extrema izquierda el fracaso del gobierno fallido de Pedro Castillo, que ahora no buscan otra cosa que nuevas elecciones generales y pretenden se convoquen con los mismos cuestionados funcionarios electorales.
El tribunal constitucional sugirió al congreso modificar la constitución para incluir la posibilidad de removerlos, como a la accidental defensora del pueblo, pero se agarran con uñas y dientes a esos cargos.
Apurar la convocatoria a elecciones, con la complicidad de los tontos útiles de siempre, es la urgencia de aquellos que acatan la agenda del Foro de Sao Paulo, del comunismo internacional.
Considerando que el ex presidente Castillo y algunos de sus cómplices pasarán una larga temporada tras las rejas y la cada vez mayor evidencia de corrupción en algunos malos congresistas, no es descabellado renovar también ambos poderes.
Previamente deberán cambiar las reglas de juego electoral que, así como están en este momento, solamente aseguran la repetición de los mismos problemas.