El dicho grafica la desventura de quienes buscan sacar provecho de alguna situación o circunstancia especial aparentemente favorable, que termina no solo en incursiones infructuosas sino completamente desfavorables a sus intereses.
Es como un recordatorio de que a veces, al intentar aprovechar una oportunidad que parece irresistible, acabamos metiéndonos en problemas.
Imagina que vas con toda la ilusión a conseguir algo bueno, pero, ¡sorpresa!, las cosas no salen como esperabas. Terminas perdiendo más de lo que ganaste. Es como invertir en un negocio que prometía ser el gran éxito y resulta ser un verdadero fiasco. En el fondo, nos enseña a ser precavidos y a no dejar que la avaricia nos ciegue. ¡Mejor ir despacito y con buena letra!
El origen del dicho tiene que ver con las ovejas debido a que, si por algún descuido se perdía alguna de ellas, luego volvía al rebaño trasquilada, su lana ha sido siempre muy apreciada.