Desde la izquierda radical idean, promueven y disparan en simultáneo contra el congreso de la república y especialmente contra Dina Boluarte, todos los días, como la gota que horada la piedra, no por su fuerza sino por su constancia, dijo Ovidio.
Aburren con teorías como que Shimabukuro financió su campaña electoral, como si ahora existieran campañas electorales de los candidatos a vicepresidentes.
La de Castillo, como cualquier otro candidato a la presidencia, fue una campaña que debe ser investigada, por supuesto, y el Nisei por lo visto fue un aportante interesado en codearse con la cúpula por razones que comenzamos a entender.
En el congreso aparecen denuncias de parlamentarios que muerden el sueldo de sus colaboradores y deben ser castigados con su inmediata expulsión. Eso no hace corruptos a los 130 congresistas.
Más clara y transparente no puede ser la estrategia de la izquierda, interesada en frenar las investigaciones de corrupción del gobierno de Castillo que alcanza, adivino, a más congresistas.
El temor de ir tras las rejas con sus discursos de una falsa honestidad los desespera y por eso no hacen otra cosa que insistir en todo tipo de acusaciones y de cualquier hilo buscan armar una madeja, de cualquier aire un ventarrón y cualquier dicho una sentencia.
Los tontos útiles, entusiastas marionetas del despiste, buscan en sus tardanzas o ausencias la razón para un adelanto de elecciones, como si lo del adelanto fuese solución contemplada en las leyes y la constitución.
Eso no se puede ni se debe hacer, deben entender, el sistema funciona con periodos predeterminados que se deben respetar. Quienes no creen en el sistema y buscan adecuarlo a sus intereses son los que impulsan cambiar el resultado electoral que puso a Dina Boluarte en el gobierno, por defección de Castillo, porque ignoró las leyes que regulan el poder.
Lenin los llamó «idiotas útiles», aquella gente que vivía bajo democracias liberales quienes, al brindar apoyo material y moral a una ideología totalitaria, en efecto estaban entretejiendo la soga con la que serían ahorcados.