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sábado, noviembre 23, 2024

GRANDES DESAFÍOS PARA TIEMPOS DIFÍCILES

 

Discurso de Carlos Neuhaus Tudela, al recibir el Premio IPAE  “Empresario del año 2021”

“Agradezco a IPAE por este reconocimiento, quizás inmerecido. Solo he tratado de hacer en la vida lo que corresponde, más aún si tuve la oportunidad de educarme y conocer los problemas de nuestro querido Perú recorriéndolo, sintiéndolo y comprendiéndolo. Fui bendecido con unos padres extraordinarios quienes formaron a sus hijos con el ejemplo de su limpia existencia y dijeron siempre que el mejor legado que podían darnos era la educación y el cariño imperecedero a nuestro a veces tormentoso pero amado país.

Vengo de una familia de varias generaciones de peruanos, por ambos lados, donde hubo algunos que incursionaron en las tareas de servicio a la Patria. Somos siete hermanos y eso constituyó un gran desafío para nuestros padres, sobre todo en tiempos tan complicados como fueron los finales de los años sesenta y las últimas décadas del siglo pasado. Ahora con Patricia hemos logrado organizar una familia maravillosa de cinco hijos y cuatro nietas. Tengo la seguridad que a lo largo de sus vidas aportarán mucho, con su trabajo y perseverancia, para engrandecer nuestra nación.

El Perú es un crisol de razas donde hemos demostrado que cuando nos unimos ante un gran reto, logramos vencerlo y salir adelante. Cierto es también que desde épocas anteriores al Imperio Incaico hasta la era republicana, las absurdas experiencias de la división, el egoísmo, los enconos y recelos, así como el caudillismo, mermaron nuestra perspectiva de largo plazo y nos ha ido mal.

Ante un desafío común como es el de superar la crisis que hoy padece la gran mayoría de nuestros compatriotas, tenemos la obligación impostergable de darnos a la tarea de revertir esa tendencia. Y revertirla juntos, hermanados, solidarios, tal como lo logramos cuando nos unió el reto de organizar y desarrollar los Juegos de Lima 2019 cuyo lema fue “Jugamos Todos”.

Si vencer al reto es más grande que el dolor con el cual lo afrontamos, bien vale la pena trabajar día a día para alcanzar ese objetivo. Nunca saldremos adelante estirando la mano para recibir un regalo. Nadie vendrá a salvarnos. Tendremos que hacerlo solos con nuestro esfuerzo y trabajo permanente.

Peruanos: basta de engañarnos con las promesas fáciles de aquellos que llegan al poder en nombre del pueblo para inmediatamente darle la espalda mediante su ineficacia, corruptelas y demagogia.

Desde esa esfera le bajan las revoluciones al conjunto de peruanos y nos niegan el desarrollo de nuestro verdadero potencial. El Estado, prácticamente en todas sus instancias, se ha convertido en el principal freno para que el Perú crezca y se elimine la pobreza, el hambre, la ignorancia. Peor aun cuando se contratan amigos, correligionarios, personajes con pasado turbio y parientes para vivir del presupuesto de la República.

Tenemos tiempo pugnando para que los servidores públicos sean gente capaz, honesta y con mística. Lamentablemente muchos de los que conocí en la administración estatal ya se retiraron por voluntad propia o fueron cesados para reemplazarlos por personas que en la mayoría de los casos son un peligro para el erario nacional.

No queremos caciques en los ministerios que aprovechan su pequeña cuota de poder para crearle trabas al micro empresario que desea formalizar su emprendimiento. No queremos al que se colude con el traficante de tierras para lucrar de la pobreza. No queremos al que maltrata a los ancianos, a las personas con discapacidad o habilidades diferentes, a los que discriminan por motivos de raza, género, credo religioso o político. No queremos burócratas insensibles, cortoplacistas y mediocres que salvan su asiento en el aparato estatal sin corresponder a quienes solventamos sus sueldos con nuestros impuestos. No queremos la mentira como bandera de acción pública.

Abraham Lincoln dijo “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Un país no crece con promesas, apetitos refundacionales ni ofertas de nuevas constituciones o leyes complejas que le ponen freno a la creatividad. No vamos a progresar si nos seguimos desgastando en discusiones improductivas y llenas de odio que nos polarizan. El Perú nunca saldrá adelante si nos gobiernan personajes que admiten no estar “entrenados” y convierten sus limitaciones en sinónimo de humildad. Si sabes poco, aprende. Si sabes mucho, enseña. Pero no disfraces tu apego a ideas trasnochadas y tu negativa a evolucionar detrás de la pobreza o la falta de oportunidades.

El Perú es un país de luchadores y emprendedores que surgen de todos los rincones de la Patria. Ellos hacen esfuerzos denodados por salir adelante, así como años atrás inmigrantes y migrantes que empezaron desde abajo lograron tener éxito para luego pasar a la formalidad. Ellos crearon empleo productivo y pagan sus impuestos. Ejemplos tenemos muchos y deberíamos tener muchísimos más si se desatan los nudos que los retienen.

Como no será de grande el potencial del peruano promedio si nuestra principal recaudación viene del 30% de lo que genera el sector formal de la economía. Eso refleja que existen problemas de fondo que aún no hemos podido resolver por nuestra propia negligencia e incapacidad.

Tengo confianza que todos esos problemas serán combatidos y superados, con firmeza y decisión, por las nuevas generaciones de peruanos. Pongo mi fe en que la juventud no quedará atascada en las dificultades del día, que dará tiempo a los temas del mañana que son justamente los que importan, como educación, salud, seguridad, justicia e infraestructura.

Empecemos por estos problemas básicos y para ello hay que lograr que el Estado sirva al ciudadano y no al revés como es ahora. ¿Acaso eso es difícil? Solo hay que tomar la decisión y pisar el acelerador.

Mi amigo Felipe Ortiz de Zevallos con quien tuve la suerte de trabajar en COFIDE a inicios de la década de los 80, tenía una frase que nos describía en ese entonces y sigue haciéndolo hasta ahora:

“Somos un país sobre regulado y sub-administrado” pero que además hemos perdido los valores cívicos y morales que empezábamos a formar.

Estimados: al reiterar mi gratitud y la de mi familia por este reconocimiento que me concede IPAE, digo que hoy más que nunca debemos estar llenos de optimismo. Pero optimismo acompañado de compromiso, lealtad a nuestra democracia, a los valores de la república, a la solidaridad con los más necesitados, a la sensatez en el manejo económico. No dejemos que nos corten las alas de la Libertad. El Perú necesita de todas las personas de bien y honestas para trabajar fuerte unidos en donde nos toque. Ninguno sobra. Ninguno es prescindible.  Muchas gracias”.

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