A nadie sorprendió que García gane las elecciones del 85. Las había ganado antes de comenzar. Hace 35 años Fernando Belaunde Terry salió de ese palacio que le inspiró la vida, esta vez agobiado por el peso de un desastre que nunca llegó a entender en su enorme magnitud. Pero lo mismo le pasaría a García, con recetas heterodoxas sugeridas por un asesor argentino extraído de las catacumbas socialistas de la palabrería demagoga del peronismo.
El Perú tenía que seguir pagando abultadas planillas públicas de miles de empleados, de más de mil empresas estatales, que lejos de ayudar a resolver problemas los complicaban cada día más. Eran millones de familias que dependían de un presupuesto que ya no tenía de donde sacar más plata, las exportaciones habían caído estrepitosamente, el precio del cobre no alcanzaba a cubrirlo todo. Ya no exportábamos azúcar, la importábamos, tampoco arroz, ni carne, ni leche. Inventaron más empresas públicas y se dejó de pagar la deuda externa. No se atrevían a pronunciar la palabra privatizar. Jugábamos a ser socialistas.
Algunos rojos, remanentes del marxismo guerrillero de los 60, comenzaron a reconocer el fracaso de la reforma agraria especialmente en los complejos azucareros de la costa y latifundios de Puno y Junín, pero le dieron un valor antisubversivo a las expropiaciones. Los apristas, ingenuamente intentaron estatizar la banca privada, creyendo sabe Dios qué cosa, que ahí estaba escondido el dinero de los ricos, el oro de Atahualpa o el tesoro del Rey Salomón. No había inversión privada, se espantó con las estatizaciones de Velasco y este joven que asumió el gobierno, medio socialista, con aires de revolucionario de café, se mostró dispuesto a seguir por la senda equivocada.
Las empresas públicas pasaron a ser dirigidas y digeridas por apristas o sus amigos y sujetas a decisiones políticas, antes que empresariales; argumentos sociales antes que técnicos o económicos. Fue una invitación a la catástrofe que trae consigo la corrupción. Escaseaban los dólares e inventaron el dólar MUC (Mercado Único de Cambios) con un precio artificial para esa moneda, facilitada preferentemente a los amigos del régimen. El sistema de control de cambios, universalmente se ha prestado para amasar rápidas fortunas a costa del subsidio estatal.
Tal fue la crisis que García anunció en las Naciones Unidas, para que lo escuche todo el mundo, que destinaría únicamente el 10% del valor de nuestras exportaciones al pago de la deuda externa. Con eso cerró las puertas al crédito internacional.28-07-20